Por Rosa Sánchez González
La violencia de pareja hacia las mujeres (VPM), también denominada como “Violencia de Género”, es un problema de grandes dimensiones ya que se ha detectado en todos los países del mundo en los que se ha investigado y produce graves daños sobre la salud.
En España, la macro-encuesta sobre la “violencia contra la mujer 2015” ha evidenciado que entre las mujeres de 16 y más años residentes en España, un 12,5% ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o ex-pareja. Además, el 13% de las encuestadas reconoce haber sentido miedo alguna vez en la vida respecto a su pareja o ex-pareja.
En España, la macro-encuesta sobre la “violencia contra la mujer 2015” ha evidenciado que entre las mujeres de 16 y más años residentes en España, un 12,5% ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o ex-pareja. Además, el 13% de las encuestadas reconoce haber sentido miedo alguna vez en la vida respecto a su pareja o ex-pareja.
Por otro lado, en la Comunidad de Madrid se han obtenido datos que indican un bajo reconocimiento de la violencia por parte de las mujeres que cumplen “criterio de caso” (condiciones y circunstancias que evidencian una situación de VPM), hecho que dificulta la intervención, la búsqueda de ayuda y la utilización de recursos adecuados.
En 1996 la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la “Violencia contra las Mujeres” como un importante problema de Salud Pública, señalando las graves consecuencias que sobre la salud de ellas y sobre el Sistema Sanitario tiene este enorme problema social.
En 1999 la Asamblea General de la ONU designó el 25 de Noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,
invitando a todos los agentes políticos y sociales a sensibilizar a la población respecto a este problema.
Origen y Evolución del Problema
En la INFANCIA ya se detectan conductas de desprecio hacia las niñas y las primeras agresiones de los niños para situarse en una posición de superioridad frente a ellas.
En la ADOLESCENCIA continúan los abusos aunque cambia la forma de manifestarlos (el control de la adolescente por la pandilla masculina, los insultos alusivos a la servidumbre tradicional femenina, necesidad de satisfacción del deseo sexual propio sin contemplar el deseo de las chicas, los celos como instrumento de control, etc.).
En la JUVENTUD TEMPRANA, aunque no siempre los comportamientos de desprecio, humillaciones e insultos hacia las chicas se transforman en conductas violentas en la pareja joven más consolidada, cuando el abuso se mantiene, es cada vez más frecuente y más grave. En muchas ocasiones la trampa del amor impide a la joven percibir la violencia que está sufriendo aunque también puede darse cuenta y disculpar a su pareja explicando la violencia como una característica de las relaciones afectivas (“Los amores reñidos son los más queridos”, “Todos los hombres son así”).
Solo cuando una chica toma conciencia de que se encuentra en una relación perjudicial puede elaborar estrategias para cambiar la situación, sin embargo distintos factores pueden influir en que mantenga la relación. En ocasiones puede temer enfrentarse a un mayor aislamiento social si el chico la abandona. También puede temer por su seguridad y tener miedo a sufrir violencia de mayor intensidad. Hay que tener en cuenta que el vínculo con un chico violento intimida y quita libertad de acción y de pensamiento.
El MIEDO es un efecto común de la violencia de pareja hacia las mujeres debido a las amenazas, insultos, descalificaciones y/o golpes recibidos, y acaba limitando la autonomía de la chica y su capacidad para tomar decisiones.
Las Tecnologías de la Información y la Violencia hacia las Chicas
Una forma frecuente de agresión en la adolescencia y primera juventud es el control a través de las tecnologías de la información y comunicación, como por ejemplo, la difusión de fotos o de información sobre la vida privada de las chicas a través del móvil o de las redes sociales (facebook, tweeter, etc.), así como el acceso a otra información personal de la pareja a través del control de los mensajes (SMS, WhatsApp, Mail, etc.). Es posible que el chico le robe las contraseñas o que ella misma se las dé porque “en el amor no hay secretos”. En ocasiones él se hace pasar por otra persona y se pone en contacto con ella a través de las redes sociales, de este modo puede controlar sus reacciones y respuestas ante preguntas comprometidas y luego presionarla o agredirla utilizando la información obtenida.
Es frecuente que la revelación de intimidades se dé ante un conflicto o tras finalizar la relación. La difusión de imágenes u otros contenidos de tipo sexual o erótico a través del móvil o de internet se conoce como “sexting”. Estas agresiones son particularmente dañinas porque deterioran la imagen de la chica en su entorno o incluso fuera de éste ya que la información se puede diseminar rápidamente llegando a muchas personas.
Ciclos de la Violencia de Género
La situación de violencia que la mujer sufre por parte de su pareja en su relación, se explica porque la víctima se vuelve cada vez más vulnerable, perdiendo con ello su capacidad de autodefensa.
Todo comienza con una parte invisible o silenciosa que puede durar desde 1 a 10 años de convivencia. Se inicia siempre de forma sutil, invisible a los ojos de la mujer. En estos comienzos se aprecia un exceso de control por parte del hombre hacia su pareja, que ella suele confundir con celos, con una preocupación excesiva por su parte o, incluso, como signos de un gran amor hacia ella. Todo ello va conduciendo a que ésta vaya perdiendo poco a poco su autoestima, su autonomía e incluso su capacidad o reacción o defensa ante esta situación.
El comportamiento agresivo del varón va aumentando en frecuencia e intensidad, hasta que la mujer decide consultar o pedir ayuda, ésta se convierte en la fase visible.
Nos encontramos con que el ciclo de la violencia es una secuencia repetitiva, que explica en muchas ocasiones los casos del maltrato crónico. Se describen tres fases en este ciclo: acumulación de tensión, explosión y reconciliación, denominada, más comúnmente, “luna de miel”.
– Fase de acumulación de la tensión: En esta fase los actos o actitudes hostiles hacia la mujer se suceden, produciendo conflictos dentro de la pareja. El maltratador demuestra su violencia de forma verbal y, en algunas ocasiones, con agresiones físicas, con cambios repentinos de ánimo, que la mujer no acierta a comprender y que suele justificar, ya que no es consciente del proceso de violencia en el que se encuentra involucrada. Esta fase seguirá en aumento.
– Fase de agresión: En esta fase el maltratador se muestra tal cual es y se producen de forma ya visible los malos tratos, tanto psicológicos, como físicos y/o sexuales. Ya en esta fase se producen estados de ansiedad y temor en la mujer, temores fundados que suelen conducirla a consultara alguna amiga, a pedir ayuda o a tomar la decisión de denunciar a su agresor.
– Fase de reconciliación, más conocida como “fase de luna de miel”: Tras los episodios violentos, el maltratador suele pedir perdón, mostrarse amable y cariñoso, suele llorar para que estas palabras resulten más creíbles, jura y promete que no volverá a repetirse. Con estas y otras manipulaciones el maltratador conseguirá hacer creer a su pareja que “no ha sido para tanto”, que “sólo ha sido una pelea de nada”. Algo que los maltratadores suelen hacer con mucha normalidad “pedirles a ellas que les ayuden a cambiar”. Por desgracia ésta es sólo una fase más del ciclo, volviendo a iniciarse, nuevamente, con la fase de acumulación de la tensión.
Por desgracia estos ciclos suelen conducir a un aumento de la violencia, lo que conlleva a un elevado y creciente peligro para la mujer, quien comienza a pensar que no hay salida a esta situación. Esta sucesión de ciclos a lo largo de la vida del maltratador es lo que explica porqué muchas víctimas de malos tratos vuelven con el agresor, retirando, incluso, la denuncia que le había interpuesto.
Tipos de la Violencia de Genero
FÍSICA: DAÑA TU CUERPO
– Si te empuja
– Te patea
– Te da bofetadas
– Te arrincona e inmoviliza
– Te arroja objetos
PSICOLÓGICA: DAÑA TU AUTOESTIMA
– Si te insulta y humilla
– Te descalifica
– Te aisla
– Te muestra celos excesivos
– Te vigila permanentemente
SEXUAL: SE APROPIA DE TU SEXUALIDAD
– Si te obliga a tener sexo
– Te exige que realices prácticas que no quieres
– Se niega a usar preservativo
– Te obliga a tener sexo con otras personas
SIMBÓLICA: REFUERZA ROLES Y ESTEREOTIPOS DE GÉNERO
– La publicidad que exhibe constantemente a la mujer como madre y ama de casa
– La TV que muestra a la mujer permanentemente como objeto sexual
PATRIMONIAL Y ECONÓMICA: SE APROPIA DEL DINERO Y LOS BIENES
– Si te priva del dinero a ti y tus hijos
– Se queda con tus ingresos propios o los de ambos
– Te impide ganar tu propio dinero
– Te oculta la existencia de bienes
Efectos sobre la Salud de la Violencia sobre las Mujeres
La salud de las mujeres maltratadas se ve muy dañada. Con mucha frecuencia sienten que su salud es mala, pero no saben por qué motivo, ya que no asocian su malestar con la situación de violencia que están viviendo.
Los daños de esta violencia sobre la salud pueden ser psicológicos, físicos y sexuales. También se rompen los lazos con la familia, con las amistades y con todo tipo de asociaciones o grupos, quedando la mujer aislada.
Estos daños pueden aparecer desde el principio, tardar algún tiempo e incluso continuar después de dejar de vivir con el maltratador.
La salud de las mujeres maltratadas siempre está afectada por algunos de los problemas que aparecen a continuación,
solos o combinados de diferentes formas:
- Daños sobre la salud mental: Los ataques repetidos con humillaciones, desprecios y descalificaciones acaban destruyendo la autoestima de estas mujeres aunque no haya violencia física, haciendo que se sientan culpables y avergonzadas, por lo que les cuesta hablar de su problema con otras personas. En estas mujeres son frecuentes la depresión y la ansiedad, pero también la dificultad para concentrarse, las alteraciones del sueño, la pérdida de memoria, la irritabilidad, el desinterés por lo que ocurre a su alrededor y la excesiva tristeza. Incluso algunas mujeres que sufren violencia crónica llegan a suicidarse.
- Daños sobre la salud física: Son, quizá, los efectos más visibles de la violencia. Varían desde pequeños roces, magulladuras, cortes o moratones, hasta grandes lesiones con graves consecuencias (roturas de huesos, traumatismos craneoencefálicos, grandes quemaduras, etc.) que pueden llegar a causar la muerte.
Son también frecuentes los dolores en diferentes partes del cuerpo y otros síntomas inespecíficos entre los que destacan los dolores de cabeza, de espalda, de articulaciones, musculares, de abdomen, así como el excesivo cansancio, tensión muscular, pérdida de apetito, problemas digestivos, etc.
La salud sexual y la salud reproductiva también están dañadas, puesto que las relaciones sexuales forzadas producen efectos negativos, como son relaciones sexuales dolorosas, trastornos menstruales y pérdida del deseo sexual. Ante estas violaciones no pueden negociar el uso de preservativos y, por ello, sufren infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados; problemas para los que tardan en buscar atención sanitaria.
En los casos de embarazo no deseado es más frecuente la depresión posparto, la menor duración de lactancia natural, la escasa ganancia de peso de la mujer y el consumo de alcohol y tabaco.
La interrupción voluntaria del embarazo, los abortos espontáneos y el riesgo de que la mujer necesite una cesárea son también más frecuentes en las mujeres maltratadas que en las que no lo son.
También son más frecuentes las hospitalizaciones por infección renal, sangrado uterino, desprendimiento de placenta, parto prematuro, caídas o golpes en el abdomen, que pueden resultar de los actos violentos durante la gestación.
Efectos sobre la vida social de las mujeres: Uno de los efectos más importante es el aislamiento, porque las mujeres están más desprotegidas. Al principio, son los maltratadores quienes las aíslan, pero más tarde son ellas las que no quieren ver a nadie, porque sienten culpa y vergüenza, fruto de los malos tratos mantenidos. Llegan a creer que no saben hacer las cosas, que todo lo hacen mal, que son tontas, que son inútiles, que no sirven para nada, que no saben cuidar de sus hijas e hijos, ni de su casa, argumentos que los maltratadores repiten continuamente.
Otras condiciones de vida ayudan a mantener la violencia y el aislamiento. Entre ellas están:
- El miedo a su pareja que sienten las mujeres maltratadas evita que tomen decisiones orientadas a romper con la situación de violencia.
- Los recursos económicos escasos o la pérdida de control sobre su economía. Las mujeres maltratadas son más pobres, bien porque no tienen recursos económicos propios o porque teniéndolos, los maltratadores no les permiten disponer de ellos.
- La discapacidad, porque las mujeres que sufren algún tipo de problema físico o psicológico tienen mayor dificultad para defenderse.
Prevención de la Violencia de Género
- Asumir que la violencia de pareja hacia las mujeres es una violación de los derechos humanos que no debe tolerarse. Por ejemplo, podemos:
- No permitir que en nuestra presencia se humille, se insulte o se ridiculice a una mujer.
- No tolerar chistes o comentarios machistas que disminuyen el prestigio de las mujeres.
- Rechazar las denominaciones que con frecuencia se utilizan para nombrar este tipo de violencia (violencia doméstica, crimen pasional, etc.) y que tienden a ocultar lo que en realidad son: homicidios, asesinatos y violaciones de los derechos humanos de las mujeres.
- Ser intolerantes con los hombres que maltratan evitando expresiones que tienden a justificar o suavizar las agresiones como por ejemplo: ”era un buen hombre”, “el alcohol tiene la culpa”, “estaba pasando una mala racha”, “no había sido denunciado previamente”.
- Romper con estereotipos como: “las mujeres ponen denuncias falsas”, “algo habrán hecho”, “son responsables de la violencia que padecen”, “provocan a los hombres”.
- Relacionar la violencia de pareja hacia las mujeres con las desigualdades entre mujeres y hombres y potenciar la coeducación en la infancia:
- Educando desde la familia a nuestras hijas e hijos en el respeto y ofreciéndoles las mismas oportunidades.
- Exigiendo en los centros educativos a los que asisten nuestras hijas e hijos la educación en igualdad de oportunidades.
- No discriminando a las niñas de nuestro contexto social exigiéndoles comportamientos y actitudes que no exigiríamos a los niños.
- Uniendo esfuerzos para prevenir la discriminación social de las mujeres, haciendo hincapié en la libertad y en el respeto hacia ellas y promoviendo las relaciones de pareja saludables.
- Evitando que las niñas y niños accedan a actividades de ocio que incitan a la violencia hacia las mujeres (videojuegos, películas, programas de TV, etc.).
- Aprendiendo y enseñando a resolver conflictos a través del diálogo y la negociación, evitando los actos violentos para solucionarlos.
“No todos los hombres son maltratadores. La lucha contra la violencia no es un combate entre mujeres y hombres; es una empresa en la que todas y todos hemos de colaborar”
Para finalizar, si conocemos a una mujer que está siendo maltratada es importante:
- Hablar con ella, escucharla, ofrecerle confianza y apoyo en lo que necesite y animarle a dar los pasos para salir de la situación de terror en la que vive. Haciéndole sentir que no está sola.
- Darle mensajes positivos de que es posible salir de la situación de violencia de la que ella no es responsable.
- Facilitarle información correcta o ayudarle a conseguirla sobre los recursos disponibles de protección y apoyo a las mujeres maltratadas.
- Acompañarla a un lugar donde pueda recibir ayuda. En ocasiones, no nos escuchará y esta situación nos puede provocar frustración, rabia e incluso incomprensión de la situación que está viviendo la mujer.
Consideraciones Finales…
Es interesante comentar que mucho lo expuesto en este artículo ha sido reflejado con mayor o menor fortuna, a veces con gran maestría y sensibilidad, en los medios de comunicación y especialmente en el cine. La violencia filmada contra la mujer refleja una actitud real de la sociedad, un documento fehaciente de la conducta y, al mismo tiempo, sirve como una denuncia contra múltiples actos que muchas mujeres han tenido que sufrir, ante la pasividad de la sociedad y retratando la indefensión psíquica, física y cultural de quienes la padecen. En este sentido, algunos filmes notables son:
- Te doy mis ojos (España, 2003)
- Sólo mía (España, 2001)
- Cicatrices (México, 2005)
- Agua (Canadá, 2005)
- No sin mi hija (EEUU, 1991)
- Durmiendo con el Enemigo (EEUU, 1991)
Finalmente, queremos resaltar que en los Centros de Salud de Atención Primaria se realizan actividades para concienciar a su población atendida de la magnitud de este problema, que todos los años se lleva vides indefensas… En especial, el 25 de noviembre, en el que se realiza el día internacional de la “Violencia Contra las Mujeres” se hacen más visibles estas iniciativas, mediante la entrega de folletos, carteles, charlas, mesas informativas, espacios de reflexión, etc.
Por ejemplo, este año en nuestro CS hemos querido dar un enfoque distinto de este evento, desde la parte del “buen trato”, plasmado en carteles con frases motivadoras para influir en los pacientes y que potencien actitudes de sensibilidad, empatía, comprensión, amabilidad, colaboración, etc.
Asimismo, a lo largo del año, a los profesionales del Centro también se les dan charlas, sesiones y talleres para mejorar su formación en materia de prevención, detección, atención y derivación de los casos que nos puedan llegar.
Este artículo está dedicado a todas las mujeres que “perdieron la batalla” y a las que están en plena lucha para sobrevivir…
Dedicado a ellas: reflexiona, cuéntalo, hazte visible, defiéndete, denuncia…
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