miércoles, 2 de septiembre de 2015

Climaterio: ¿Clima...qué?


Por Elena Monteagudo

La palabra climaterio, de origen griego y que traducida al español significa “escalón”, es el término que utilizamos para referirnos al período de la vida de la mujer que abarca desde la premenopáusia hasta la postmenopáusia, ambas incluidas. Se trata de un proceso natural, a través del cual pasamos de la edad fértil a la no fértil y en el que vamos a presenciar una serie de cambios tanto físicos como psicológicos que pueden influirnos en la vida cotidiana. La enfermera de Familia y Comunitaria es un elemento clave en el apoyo y acompañamiento de la mujer en este importante e intenso periodo vital. El siguiente artículo intenta ofrecer un breve repaso de este proceso y una visión general del mismo. ¡Esperamos que os guste!


Poniendo un poco de orden


Para poder entender un poco mejor como pasamos de un escalón a otro y los cambios que se producen en nuestro organismo, debemos conocer primeramente nuestra anatomía y el funcionamiento básico de  nuestros órganos sexuales.

De manera cíclica nuestro aparato reproductor sufre una serie de cambios a nivel de los ovarios y de la pared del útero que se conoce con el nombre de ciclo sexual o menstrual. Éste comprende desde el primer día de regla hasta el primer día de regla del ciclo siguiente. Y en él quedan englobados tanto el ciclo ovárico como el endometrial (el endometrio es la pared que tapiza internamente al útero). Su duración aproximada es de 28 días, pero las variaciones son frecuentes y absolutamente normales, estableciéndose como límites ciclos de duración de entre 21 y 35 días.

En el ciclo ovárico, se produce la activación y maduración de unas estructuras denominadas folículos. Cuando nacemos nuestros ovarios cuentan con en torno a 1 millón de folículos, que durante la pubertad se reducen a 400.000, de los cuales sólo 400 serán ovulatorios. De todos los folículos que se activan e inician la maduración en cada ciclo tan sólo uno la finalizará y será liberado a las trompas de Falopio en el proceso denominado ovulación. Todos estos cambios están regulados por dos hormonas: estrógeno y progesterona.


En el ciclo endometrial, que se produce de manera simultánea al anterior, las paredes de nuestro útero van sufriendo una serie de cambios por la acción de esas dos hormonas. Se produce el crecimiento en grosor de las mismas para a final del ciclo producirse su descamación, dando lugar al sangrado o menstruación, conocido comúnmente como regla.


Paso a paso


En la siguiente gráfica quedan representadas las diferentes fases que engloba el climaterio, el cual se inicia en torno a los 40 años. A partir de esta edad, los folículos comienzan a disminuir su respuesta a las hormonas, por lo que se produce una irregularidad en los ciclos menstruales; de modo que en los primeros meses los ciclos serán más cortos en torno a 25 días y después serán anárquicos (habrá meses que tengamos la regla, otros que no y que pueda haber variabilidad en la cantidad del sangrado). Sólo hablaremos de menopausia cuando hayan pasado 12 meses consecutivos sin la menstruación. Este hecho suele darse en torno a los 50 años.


Hablaremos de menopausia precoz si se produce antes de los 40 años. Hace unos años a estas mujeres se les administraba tratamiento hormonal sustitutivo hasta los 50, pero esto queda bastante en entredicho en la actualidad existiendo reticencias y controversias al respecto, de modo que sólo se utiliza cuando hay síntomas muy intensos o factores de riesgo muy claros para desarrollar osteoporosis u enfermedades cardiovasculares. En cambio si se produce después de los 55 hablamos de menopausia tardía.


¿Qué cambios voy a experimentar?


Como consecuencia de estas alteraciones hormonales nuestro organismo va a sufrir una serie de cambios, que no sólo se van a manifestar a nivel físico sino también a nivel psicológico. Veamos primero lo que ocurre a nivel físico:

- A corto plazo: es muy frecuente la aparición de sofocos. Estos se definen como  oleadas de calor repentino que se inician en la cara y el cuello y descienden hasta el pecho. Se suelen acompañar de enrojecimiento de la piel y sudoración intensa. Su duración es de alrededor de 5 minutos y son más frecuentes por la noche y van disminuyendo con el paso del tiempo. Para sobrellevarlos no existe ninguna panacea, sino más bien seguir las recomendaciones de las abuelas; hacer del abanico nuestro mejor aliado, utilizar ropa ligera y de algodón para dormir, intentado que la temperatura ambiental sea la adecuada. Las cenas mejor ligeras y tomar alimentos ricos en vitamina E, (claro está sin pasarse), almendras, avellanas, pistachos, espinacas, pimientos, kiwis…

En ocasiones aparece insomnio, irritabilidad, fatiga, ansiedad o nerviosismo. Todos ellos pueden tener relación con los sofocos; al ser de prevalencia nocturna dificultan el sueño, lo que genera irritabilidad, nerviosismo…y todo ello puede interferir en las relaciones con nuestro entorno.

- A medio plazo: como consecuencia de la disminución de los estrógenos se produce la atrofia de todos los tejidos que dependen de esta hormona. Esto se manifiesta mediante sequedad vaginal, lo que puede dificultar las relaciones. Pero este hecho puede solucionarse fácilmente con la utilización de lubricantes.

Por otro lado, se produce la disminución del tono del aparato urinario, que sumado a la debilidad de la musculatura del suelo pélvico en las mujeres multíparas puede favorecer la aparición de incontinencia urinaria. Por lo que es importante la realización de ejercicios que nos ayuden al fortalecimiento de esta zona, como son los ejercicios de Kegel o Pilates; cuanto antes nos pongamos con ello mejor. En el caso de que aparezcan, podéis consultarlo con vuestra enfermera de atención primaria para buscar soluciones, que las hay.

Como resultado de la pérdida de elasticidad y de  turgencia se producen cambios en la piel, con la aparición de las odiadas arrugas.

Además, la composición de nuestro organismo va a variar, produciéndose una pérdida de masa muscular  y un aumento de la masa grasa, con distribución abdominal. Lo que incrementa la necesidad de cuidar nuestra dieta y realizar ejercicio físico para que no acusemos esos cambios.


- A largo plazo: pueden aparecer alteraciones cardiovasculares u osteoporosis. Debido a la importancia de estos dos problemas, más adelante les vamos a prestar la atención que se merecen, pues con prevención, trabajando ya desde edades tempranas podemos evitarlos.

Desde el punto de vista psicológico, la menopausia hace patente el final de la vida fértil y por lo tanto anteriormente estaba asociada con el inicio de la vejez o la pérdida de feminidad. Sin embargo, en la actualidad consideramos este proceso como natural y siendo conscientes de que esta transición implica un período de adaptación, podemos decir que es una vivencia personal. Cada mujer lo va  a vivir de forma diferente. Por lo que los síntomas psicológicos varían de unas a otras, siendo más acusados en aquellas que ya los presentaban antes. Hoy en día una mujer a sus 50 años se encuentra en la mitad de su vida, siendo en la mayoría de los casos totalmente activas. Además, la mayor independencia de sus hijos les permite estar más liberadas y con mayor tiempo para ellas. Por lo que no hay excusas para cuidarse y mimarse un poco más.

Aunque si debemos tener en cuenta que todos esos cambios físicos pueden influir a nivel psicológico, ya que se relacionan con un distanciamiento de los cánones de belleza establecidos en la sociedad, lo que en muchas ocasiones nos generan presión y sentimientos de rechazo o insatisfacción con  nuestro cuerpo, viéndose afectado el autoestima.

Si bien la irritabilidad es otro síntoma que puede aparecer y tener repercusión en las relaciones sociales, no debe utilizarse como aspecto despectivo y deberemos evitar utilizar expresiones como: “Estás menopáusica”

Si la presencia de alguno de estos signos y síntomas le causa molestias, disconfort, etc. o tiene cualquier pregunta, no dude en consultar a su enfermera de Atención Primaria, quién le dará consejos y recomendaciones y puede realizarle un seguimiento acompañándola a lo largo del climaterio.


Osteoporosis


A lo largo de los primeros 30-35 años de vida se va produciendo un incremento de la masa ósea; posteriormente ésta comienza a decrecer, haciéndose el descenso más acusado a partir de la menopausia. Esto conlleva que nuestros huesos sean más frágiles aumentando el riesgo de fracturas, siendo las más comunes las vertebrales y las de muñeca. Por ello es importantísimo asegurarnos de que llegamos a los 35 años con la mayor masa ósea posible. Para conseguirlo tan sólo debemos cumplir dos máximas:

“Llevar una dieta equilibrada y realizar ejercicio físico”

Por todo ello es fundamental un correcto aporte de calcio no sólo durante la infancia y la adolescencia, sino durante toda la vida. De hecho las necesidades de calcio aumentan a partir de la menopausia para suplir el aumento de la desmineralización ósea.


Problemas cardiovasculares


Tras la menopausia, debido también a los cambios hormonales, se produce un aumento de las cifras de colesterol “malo” y un descenso del “bueno”. A esto se le suman los cambios que el propio envejecimiento lleva asociados, entre ellos el endurecimiento de las paredes vasculares, conocido como arteriosclerosis. Todo ello acompañado de una mala alimentación, el sedentarismo o el tabaco aumentan considerablemente las posibilidades de sufrir accidentes cardiovasculares. De hecho, la principal causa de mortalidad en las mujeres son las enfermedades cardiovasculares.


¿Dieta en la menopausia?


No es necesario llevar a cabo ninguna dieta especial, vasta tan solo con aplicar el más común de los sentidos, ese que a veces obviamos de manera consciente y deliberada. Tan sólo debemos tener en cuenta los siguientes puntos, que son los mismos que deberíamos seguir todos:


  • A medida que envejecemos las necesidades calóricas disminuyen un 5% cada 10 años. Por lo tanto tendremos que moderar las cantidades, pues no vamos a necesitar tantas calorías.
  • La dieta debe ser variada y equilibrada, nada nuevo, es lo que todos deberíamos hacer. Seguir la dieta mediterránea.
  • Con respecto a los azúcares, deberemos evitar aquellos que se consideran de absorción rápida,  como son los dulces, bollería, refrescos, chucherías, etc.
  • Las grasas, mejor vegetales. El aceite de oliva debe ser el principal aporte.
  • En cuanto a las proteínas, lo ideal sería establecer un equilibrio del 50% entre las de origen vegetal (legumbres, soja, frutos secos y hortalizas) y las de origen animal.
  • Evitar las dietas con exceso de proteínas, como la famosa dieta Dukan, ya que la absorción del calcio a nivel intestinal se ve reducida.
  • Los lácteos son fundamentales para conseguir el aporte de calcio necesario, siendo los desnatados los más recomendables. Además de los lácteos, los frutos secos (con moderación porque aunque no tienen colesterol si tienen grasa), el pescado azul (sardinas, salmón…), el sésamo, la avena, las legumbres y las algas o vegetales (brócoli, las espinacas o el repollo) son fuentes importantes de calcio.
  • Consumo moderado de alcohol. La recomendación para las mujeres es un vasito de vino al día.
  • No abusar del café o del té, ya que favorecen la eliminación del calcio a través de la orina.
  • Consumo moderado de sal. La Organización Mundial de la Salud recomienda una ingesta inferior a 5 gramos de sal al día, siempre y cuando no haya hipertensión u problemas renales. Recordad, pues es importante, que hay alimentos muy ricos en sal como son los embutidos, los caldos ya preparados, las conservas o los quesos curados y que muchos alimentos llevan sal añadida, por lo tanto es muy importante leer el etiquetado de los productos.


A calzarse las zapatillas


Además de todo lo dicho respecto a la alimentación, es fundamental que hagamos ejercicio de acuerdo a nuestras posibilidades y gustos. Deberemos buscar aquella actividad que nos permita desconectar y relajarnos, pues es algo fundamental para darle continuidad y que los beneficios sean visibles.

Para las mujeres con osteoporosis y para su prevención, las mejores actividades son aquellas que llamamos de impacto, como son el caminar o el baile, ya que con ellas se va a movilizar una mayor cantidad de calcio, favoreciendo su adhesión al hueso. Además, se ha visto que si realizamos ejercicio físico de forma regular estaremos contribuyendo a la disminución de presentar cáncer de mama en un 50%, de colon en un 60%, Alzheimer en un 40%, el riesgo de desarrollar diabetes tipo II disminuye en un 58% y se reduce la incidencia de hipertensión y enfermedades cardiacas en hasta un 40%.

Otro de los factores fundamentales para evitar la osteoporosis es el de un aporte adecuado de vitamina D. Para ello la exposición solar es muy importante y me explico, ya que respecto a este tema hay muchos falsos mitos:
  • La exposición solar necesaria es de aproximadamente 10-15 minutos, es decir, la que podemos recibir simplemente mientras vamos paseando.
  • La aplicación de protección solar reduce considerablemente la activación de la vitamina D. Pero como hemos dicho, con unos minutillos diarios de sol, es más que suficiente, por lo tanto no hay excusa para utilizar los protectores solares.
  • Por lo tanto, las radiaciones que recibimos durante nuestra actividad al aire libre, en los brazos, cabeza, etc son suficientes, dado que nuestro país es soleado. Sin embargo, no todas las personas tenemos la misma capacidad de producción , por ejemplo las personas con la piel más oscura o los ancianos la sintetizan en menor cantidad.
  • Otra fuente de vitamina D son los alimentos, aunque no es una vitamina muy abundante entre ellos, la podemos encontrar en los pescados azules el queso u los champiñones. Además muchos alimentos se enriquecen en vitamina D, como por ejemplo los cereales.



Fitoterapia y menopausia


Debido a la disminución considerable de la utilización de la terapia hormonal sustitutiva, la fitoterapia ha ido ganando terreno. Sin embargo, no existen muchos estudios clarificadores respecto a sus beneficios u efectos.

El grupo más estudiado es el de los fitoestrógenos, que son compuestos vegetales que tienen una acción similar a la de los estrógenos naturales, pero más débil.  Dentro de estos, el grupo más conocido es el de las Isoflavonas (Genisteína, Daidzeína o la Gliciteína). Los encontramos principalmente en los granos y harina de soja, en el tofu o en las legumbres. Existen estudios que resaltan los efectos beneficiosos de las Isoflavonas sobre el perfil lipídico y sobre los sofocos. Otros han concluido que dosis elevadas de Genisteína pueden reducir los sofocos. Sin embargo, últimamente se  han publicado otros que no han dado resultados positivos en la utilización de la soja.

Otras hierbas que también están siendo objeto de estudio actualmente son el Black Cohosh, el extracto de lúpulo, la palmera de cáñamo o la salvia. En un estudio se concluyó que la combinación de Isoflavonas con Black Cohosh, la palmera de cáñamo, valeriana y vitamina E mejoraban los síntomas postmenopáusicos. También existen estudios que recogen los beneficios del Ginkgo biloba en la disminución de la severidad de los sofocos.

La salvia es otra planta que está ganando terreno en la actualidad consumida a modo de infusión para la disminución de los sofocos.

Por tanto como pueden ver, existe mucha controversia respecto al tema y variabilidad de efectos de unas mujeres a otras. Nuestra recomendación es que antes de introducir cualquiera de estos productos en nuestra dieta  lo consultéis con vuestro médico, ya que muchos de ellos pueden interaccionar con otros fármacos que puedan estar consumiendo.

No querría terminar este artículo sin hacer una pequeña reseña a la importancia de la autoexploración mamaria y del seguimiento y detección precoz a través de mamografías y citologías. La autoexploración mamaria debe realizarse todos los meses desde edades tempranas. Cuando tenemos la regla es recomendable realizarla 5-7 días después de la finalización de la menstruación. ¿Pero qué pasa cuando ya no la tenemos? Lo ideal es coger una fecha significativa para nosotras, por ejemplo nuestro cumpleaños o el de alguien importante y realizarla ese día todos los meses, de forma que no se nos olvide.

En la Comunidad de Madrid las  mamografías se realizan con una periodicidad de dos años, desde los 50 hasta los 69 años; y las citologías de acuerdo a los expertos, sería recomendable realizarlas entre tres y cuatro años después de la primera relación sexual. A partir de los 36 años se recomienda una periodicidad trianual.


¡Y recuerda que tu enfermera de Atención Primaria te acompaña en esta y todas las etapas de la vida!


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