jueves, 22 de octubre de 2015

Vacuna de la gripe: evitando malas "influenzas"



Por Ángel Palacios Álvarez

Como cada año, con la llegada del otoño, los días comienzan a ser más cortos, los árboles pierden sus hojas, y... vuelve la vacuna de la gripe. 

Esta semana ha comenzado, en varias regiones españolas, la Campaña de Vacunación frente a la Gripe estacional. Los profesionales de Atención Primaria, principalmente las enfermeras de Familia y Comunitaria, han sido movilizados y están preparados para informar y vacunar a las personas de más de 60 años y a todas aquellas que pertenecen a los grupos de riesgo. Pero a veces surgen dudas sobre si debemos vacunarnos, o aparece el temor a la propia vacuna y a sus efectos. Por ello, esta semana revisaremos brevemente en qué consiste la campaña de vacunación de la gripe e intentaremos dar respuesta a las preguntas más frecuentes de nuestros pacientes sobre este tema. ¡Esperamos que os resulte interesante!


La gripe, una enfermedad estacional


La gripe es una enfermedad respiratoria aguda que, en nuestro país, tiene su mayor incidencia en las estaciones de otoño e invierno. 

Provocada por el virus de la influenza, sus síntomas principales son fiebre de más de 38º, dolor muscular, dolor articular, dolor de cabeza, tos y escalofríos. 

Es importante no confundir la gripe con el resfriado común, que cursa generalmente con fiebre poco elevada, abundante secreción nasal, irritación de garganta y ojos, y que debe ser tratado de manera sintomática. Ante la duda consulte a su médico o enfermera de Atención Primaria.


Una enfermedad muy contagiosa


La gripe es una enfermedad muy contagiosa, que tiene un periodo de incubación de unas 48 horas, y cuya principal vía de transmisión es a través de las gotas de Pflügge, gotitas de saliva menores de 5 micras, que se expulsan por nariz y boca al toser, estornudar, e incluso al hablar, que alcanzan hasta un metro de distancia.

En la mayoría de las personas, la gripe suele tener una evolución de entre siete y diez días, periodo tras el cual la persona se recupera completamente, aunque en ocasiones algunos de los síntomas pueden permanecer presentes varias semanas. Pero existe una parte de la población que, debido a su edad o a que padecen enfermedades crónicas, pueden sufrir complicaciones graves como consecuencia de la gripe, principalmente neumonías, bronquitis, otitis y sinusitis. 


La Campaña de Vacunación de la Gripe


Para evitar estas complicaciones de salud, que conllevan una alta tasa de mortalidad y grandes costes económicos derivados de los tratamientos, hospitalizaciones y bajas laborales, los gobiernos realizan cada año la Campaña de Vacunación de la Gripe. 


Un virus que muta y muta


Existen diversos virus de la influenza, siendo el tipo A el que causa las principales epidemias de gripe en Europa y Estados Unidos. 

Este virus tiene una enorme capacidad de transformar su estructura y mutar, por lo que cada año se debe valorar qué nuevas cepas son las que aparecerán, para así crear la vacuna más adecuada a cada temporada. Dicha vacuna solo protege contra la gripe estacional, por lo que hay que vacunarse todos los años.

La vacuna de esta temporada es del tipo fraccionada e inactivada, y contiene los virus de la gripe A H1N1, virus de la gripe A H3N2 y virus de la gripe B. Al ser inactivada y fraccionada, fabricada a partir de virus muertos, la vacuna no pueden causar gripe.


La importancia de vacunarse cada año


Numerosos estudios y la experiencia de años de administración confirman que la vacuna es segura y eficaz para prevenir la gripe y evitar las graves complicaciones que esta enfermedad conlleva en las personas del grupo de riesgo. 

Pero a pesar de su demostrada eficacia (y de que cada año se publicita con mayor intensidad la Campaña de Vacunación) resulta alarmante que en los últimos 10 años haya descendido notablemente el número de personas de los grupos de riesgo que se vacunan en España. Especialmente, la vacunación entre los mayores de 65 años, el principal grupo de riesgo, ha pasado de ser un 70% en 2005 a un 56,5% el pasado año. 

Siendo la gripe una de las causas más importantes de morbimortalidad entre la población mayor de 60 años, los profesionales de Atención Primaria debemos incidir en el consejo y la información adecuada a esta población para poder cambiar la tendencia de estos datos lo antes posible. Prevenir la gripe es una responsabilidad de todos, tanto de los ciudadanos y los pacientes como de los profesionales sanitarios.


Un pinchazo y ya estás vacunado


Tu enfermera te administrará la vacuna de la gripe a través de una inyección intramuscular o subcutánea en la parte superior del brazo (en la zona del músculo deltoides), excepto a los niños menores de un año, a quienes se les administrará en la cara antero lateral del muslo (no se debe poner a niños menores de 6 meses).

La vacuna puede administrarse tanto a adultos como a niños junto con otras vacunas (como las del calendario de vacunación infantil, por ejemplo), siempre con la precaución de administrarla en zonas diferentes con jeringas distintas.


Efectos secundarios de la vacuna


Son muy poco frecuentes los efectos secundarios tras la administración de la vacuna, y cuando aparecen suelen tratarse de dolor, inflamación y enrojecimiento de la zona del pinchazo hasta dos días después del mismo. En algunas personas, principalmente aquellas que se vacunan por primera vez, pueden presentarse los síntomas de la gripe de una manera moderada durante un par de días.


Personas que se deben vacunar


La Campaña de Vacunación de la Gripe de este año indica que los grupos de personas que se deben vacunar son:
  • Todas las personas a partir de los 60 años de edad (de acuerdo a la recomendación de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología - SEGG)
  • Todas las personas menores de 60 años que pertenecen a un grupo de riesgo de la gripe


Las personas pertenecientes a los grupos de riesgo de la gripe que se deben vacunar son:
  • Personas con enfermedades cardiacas crónicas
  • Personas con enfermedades respiratorias crónicas
  • Personas con enfermedades metabólicas crónicas (diabetes mellitus, asplenia, anemia, obesidad mórbida, insuficiencia renal...)
  • Personas inmunodeprimidas (debido a una enfermedad o inducido por medicamentos)
  • Niños de 6 meses a 18 años tratados durante largo tiempo con ácido acetilsalicílico
  • Personas que vivan con personas de algún grupo de riesgo
  • Personas que residan en instituciones cerradas
  • Mujeres embarazadas durante la temporada de gripe
  • Personal sanitario y no sanitario que trabaje en centros sanitarios o instituciones donde residan enfermos crónicos
  • Trabajadores de atención domiciliaria a personas de los grupos de riesgo
  • Personas que trabajen en servicios públicos en contacto con la población (policías, bomberos, conductores de transporte público, militares...)
  • Personas de alto riesgo que vayan a viajar al trópico o al hemisferio sur próximamente

El resto de la población que no pertenece a ninguno de estos grupos de riesgo no tiene que vacunarse.


Personas que no se deben vacunar


Existe un grupo de personas que no deben ponerse la vacuna pues en su caso está contraindicada su administración. Estas personas son:
  • Personas alérgicas a algún componente de la vacuna o que hayan tenido una reacción alérgica severa con una vacuna de la gripe administrada con anterioridad
  • Personas con un episodio de fiebre aguda, en cuyo caso deberán esperar a que el episodio pase y que su médico le recomiende la administración de la vacuna
  • Niños menores de 6 meses


La vacunación del personal sanitario


Muchas veces escuchamos a nuestros compañeros sanitarios decir que no se van a vacunar de la gripe. Afortunadamente, en este país, cada uno es libre de decidir si se vacuna o no. Pero debemos ser conscientes de que, para los trabajadores de la salud, la gripe supone un riesgo laboral, ya que estamos en constante relación con personas enfermas. Esto implica un número de bajas laborales mucho mayor que en otras profesiones, bajas que en muchos casos se podrían evitar con la vacuna. 

Pero además, lo que es más importante, ponemos en riesgo la salud de los pacientes que atendemos al convertirnos en transmisores de la enfermedad, sobre todo para aquellas personas de edades avanzadas y que padecen enfermedades crónicas que son más susceptibles de sufrir complicaciones graves. Por ello, el personal sanitario debe valorar su vacunación como un acto de responsabilidad hacia sus pacientes y la comunidad.


Acude a tu Centro de Salud y ¡vacúnate!


Por todo lo dicho, si tienes más de 60 años o perteneces a alguno de los grupos de riesgo antes mencionados te recomendamos que acudas a tu Centro de Salud, pidiendo cita previa con tu enfermera, y te vacunes. En estas fechas se amplían las agendas para poder atender con mayor facilidad la gran demanda de la población a este respecto.


Además, este año no habrá una fecha límite para vacunarse en el Centro de Salud. Otros años a partir de cierta fecha se retiraban las vacunas de los centros, pero este año se ha optado por no hacerlo y permitir la vacunación hasta que se acaben todas las existencias.


¡Recuerda que si tienes cualquier duda puedes acudir a tu enfermera de Atención Primaria, quien te informará y te ayudará a evitar la gripe!


miércoles, 14 de octubre de 2015

Escribir para sanar

(Foto de Bernardo Pérez, EL PAÍS)

Por Javier Astasio Arbiza


Vaya por delante que lo que  voy a escribir a continuación no tiene la más mínima base científica y que es únicamente fruto de mi experiencia personal y la de algún otro que, como yo, se ha visto limitado por la enfermedad y se ha servido de lo que tenía más a mano, en mi caso la escritura, para superar una situación en la que nunca esperamos encontrarnos, pero que, no por ello, deja de estar entre lo posible.

Cuando, hace unos días, asistí a la presentación de “Inútilmente guapo”, el libro en el que Jorge Martínez Reverte, periodista y amigo, relata su pelea contra sí mismo, colocado al borde del KO por un ictus que le dejó tumbado en una cama de hospital, sin habla y sin, prácticamente, movilidad alguna, fui consciente de esa gran arma que tenemos los seres humanos que es la capacidad de reflexionar, aún en las condiciones más adversas, y de comunicarnos mediante el más mínimo resquicio, por pequeño que sea, con aquellos que nos rodean o, y quizá más  importante, con nosotros mismos.

La pelea de Jorge, en la que han sido fundamentales, tanto los médicos, enfermeros y el resto del personal sanitario que le han levantado de la cama y le han enseñado de nuevo a expresarse, con las limitaciones que cabía esperar, como Mercedes, su esposa, y Mario, su hijo, no hubiera sido posible sin su firme voluntad de plantarle cara a la enfermedad y, sobre todo, a ese tipo con el que tiene que enfrentarse cada mañana en el espejo y que, salvo por su sarcástico sentido del humor, sus ganas de luchar y esa necesidad de salir de ese cuerpo inútil que le tenía atrapado, pero salir de él con él, devolviéndole, en la medida de lo posible, la inútil guapura a la que, irónicamente hace referencia el título de su libro.

Pese a que cabría pensar que el caso de Jorge es extraordinario y no deja de serlo, no lo es tanto, porque es el reflejo de lo que muchos otros han hecho para escapar al  derrotismo que erróneamente cabría atribuir a quienes se ven seriamente golpeados  por un giro del destino, la enfermedad no es otra cosa, que se empeña sin éxito en arrinconarles y vencerles. Pero  no sólo la escritura es el arma para, si no vencerlo, escapar a las consecuencias de ese maldito giro, porque también la pintura, la música o cualquiera otra forma de expresión se convierten en instrumentos para ganar esa batalla.

Creo que la enfermedad es en sí misma un viaje. Un viaje difícil para el que hay  que contar con algún que otro equipaje, pero, sobre todo, para el que hay que preparar un plan de ruta. Y nada mejor para ese plan que tener muy claro de donde partimos y, claro está, hacia dónde y cómo queremos ir. Un plan de ruta con el que medir las fuerzas y preparar cada jornada que nos ayudara a llegar mejor y más lejos.

Ese, al menos, ha sido mi caso. A mí, la enfermedad y otras causas que a hora no vienen al caso me apartaron de mi trabajo. De la noche a la mañana me vi privado de él, con mis capacidades limitadas y sin nada que hacer, salvo atender a la abultada agenda médica que se me echaba encima. No sé cómo, quizá gracias a la inercia que me empujaba el haberme dedicado durante un cuarto de siglo al periodismo, quizá mi hábito de lectura, cultivado durante tantos años o, quién sabe, mi necesitar de estar informado y la de dar siempre mi opinión, me empujaron a abrir un blog en el que a lo largo de estos últimos años, diariamente o casi, doy mi opinión con más o menos acierto, con más o menos  estilo, a los cuatro vientos.

He de confesaros que, al principio, no sabía porque lo hacía. Quizá lo que más pesaba en mi empeño eran la rabia y la tristeza, pero lo cierto es que, con el día a día, descubrí que esa rutina, que en realidad no lo era, me reconfortaba y me señalaba un camino, una meta que alcanzar al día siguiente. Pero no sólo eso. También me ayudaba a despachar los fantasmas que siempre le rondan a uno cuando se siente injustamente “premiado” por la enfermedad y, al contar con el eco que en los demás producían mis escritos me sentía acompañado y, por qué no, reconfortado.

Os estoy hablando de un blog, que, al fin y al cabo, es una escritura compartida, con un eco más o menos inmediato, mayor o menor, pero que, en absoluto, es la única alternativa. Las más  de las veces bastan unas cuartillas, un cuaderno o un casete en el que dejar “lo nuestro”, real o ficticio, para nosotros o para los demás. Probadlo. Os aseguro que, por una u otra razón, por lo que tiene de disciplina, de fijar una ruta en nuestras vidas, por lo que tiene de  lenitivo o porque nos abre a los demás y, fundamentalmente, a nosotros mismos, por lo que tiene de inventario se convertirá en una magnífica terapia. Os aseguro que ayuda. Lo mismo en casos extremos como el de Jorge que para levantarse de golpes menos severos o, también, para las enfermedades del alma.

La escritura, no lo olvidéis, es una herramienta para la cura. 

Al menos, para mí lo ha sido.