miércoles, 26 de noviembre de 2014

Anticoagulantes: más control, menos riesgos



Por María Benito León


Cada día que pasa aumenta el número de pacientes que, por diferentes causas, se encuentran en tratamiento con anticoagulantes orales, normalmente con un medicamento llamado Acenocumarol, el conocido Sintrom.Y cada vez son más las personas que acuden a los centros de salud a que les realicen los controles habituales de coagulación para ajustar la dosis que deben ingerir de este. Pero, ¿qué es y que conlleva exactamente esta medicación? Para explicarlo empezaremos por definir la coagulación, con el fin de poder entender el mecanismo de los anticoagulantes.

La coagulación 


Es un mecanismo de defensa fisiológico cuya  función es evitar que se produzcan hemorragias cuando ocurren roturas en las venas y los capilares sanguíneos por traumatismos. Comprende todo el proceso relacionado con la formación del coágulo que actúa como tapón deteniendo el sangrado. Este se forma con ayuda de lo que se conoce como “factores de coagulación”  (proteínas que hay en la sangre y que se producen en el hígado con la ayuda de la vitamina K).

¿Qué es un trombo? En ocasiones, en las cavidades del corazón o los vasos sanguíneos se forman coágulos a los que llamamos trombos, no relacionada su formación con ninguna hemorragia. Si se desprenden y taponan un vaso se produce una ”embolia”.

De esto se deduce que en determinados circunstancias los coágulos son buenos y necesarios y en otros no y será necesario evitar su formación.

Los anticoagulantes orales


Se tratan de un tipo de medicación utilizada como tratamiento preventivo de la formación de esos coágulos que no interesan y cuya misión es aumentar el tiempo de coagulación normal al impedir que la vitamina K pueda ser utilizada por el hígado para formar algunos de los factores de coagulación de los que hemos hablado antes. Estos medicamentos buscan una protección máxima ante trombos, con el mínimo riesgo de hemorragias, es decir, no permitir la formación de los coágulos “malos” pero no impedir la de los “buenos”, por lo que es necesario que la sangre esté en lo que se denomina “Rango Terapéutico”. Los anticoagulantes no disuelven los coágulos ya formados, pero sí impiden que se agranden y causen problemas más graves.

¿Quién debe tomarlos?


Deben ponerse en tratamiento con Sintrom u otro anticoagulante oral que prescriba su Médico, pacientes que cumplan alguno de los siguientes criterios:

  • Haber sufrido una trombosis o embolia, con el fin de evitar que se repita.
  • Tener factores de riesgo que les conlleven a poder padecerla:
    • Válvulas enfermas en el corazón.
    • Válvulas artificiales, para evitar que se obstruyan.
    • Corazón dilatado.
    • Trastornos del ritmo cardíaco.
    • Defectos congénitos de la sangre que les hace más propensas a sufrir trombosis.

¿Cómo deben tomarse?


No existe una pauta fijada sobre cuando ha de tomarse el Sintrom, pero se recomienda que siempre se haga a la misma hora y tachando la dosis en el calendario, con el fin de crear una rutina y disminuir el riesgo de olvidos. Es preferible que se tome por la tarde (entre las 17:00 h. – 19:00 h.) puesto que así podrá modificar, si es necesario, la dosis el mismo día del control.

¿Cada cuanto tiempo se deben realizar controles? 


Tras la primera prescripción por parte de su médico del tratamiento con Sintrom, el primer control debería realizarse a los 4 días, y el siguiente entre los 5 y 7 días tras el primer control (9 y 11 del comienzo).

Una vez estén los rangos de INR (parámetro que mide la coagulación de la sangre) estables en las cifras pautadas por su Médico, se puede alargar el tiempo entre controles (4 y 6 semanas).  Si el INR se encontrase fuera de rango, lo más normal será que se le modifique la dosis de mediación, y por lo tanto, se acorte el tiempo para su próximo control.

¿Qué se debe hacer en caso de hemorragia?


  • Si presenta una herida sangrante: Deberá comprimirla durante, al menos, 15 minutos de forma intensa y continuada, si no es suficiente o precisa sutura, deberá acudir al Servicio de Urgencias más cercano.
  • Si presenta sangrado por la nariz: Se recomienda hacer presión sobre la fosa que está sangrando hasta que cese la hemorragia. Comprobar su tensión arterial, ya que si está elevada puede ser la causa. Si la hemorragia no cede, acuda a su Centro de Salud.
  • Si presenta sangrado en las encías: Esto puede ocurrir tras el cepillado, por lo que hay que ser cuidadoso. Si el sangrado  es cuantioso acuda a su Centro de Salud e informe a su dentista en su revisión anual.
  • Si presenta hemorragia ocular: Una hemorragia en la parte blanca del ojo no es importante, pero deberá comunicarlo cuando acuda al control en su Centro de Salud, en cambio, si presenta pérdida de visión, total o parcial, o visión doble, deberá acudir al Servicio de Urgencias más cercano. 
  • Si presenta sangrado en la orina o sangrado vaginal anormal deberá solicitar un adelanto de su control de TAO periódico.
  • Si presenta sangrado en las heces, dependiendo de su color, pueden ser hemorroides (color rojo), ante lo cual solo deberá comunicarlo en su control habitual, o pueden ser debidas a una úlcera sangrente (color negro sin estar en tratamiento con hierro) por lo que, ante esta segunda opción, deberá acudir al Servicio de Urgencias más cercano.
  • Si presenta vómitos con sangre roja deberá acudir al Servicio de Urgencias más cercano.


¿Cómo debe alimentarse?


Puede comer de todo, de forma variada y equilibrada, sin cambios bruscos. Las verduras de hoja verde (coles, lechuga, espinacas, brócoli, brécol…) pueden influir en la coagulación debido a su alto nivel de vitamina K, así como algunas infusiones. Evite tomar preparados de herboristería y suplementos vitamínicos ya que algunos interfieren de forma importante con la medicación.


¿Qué debe hacer antes de una intervención o prueba invasiva?


Salvo para análisis y radiografías, con o sin contraste, siempre que sea necesario realizarle una prueba diagnóstica o intervención, por pequeña que sea, debe advertir que toma Anticoagulantes Orales, además,  debe avisarlo en su Centro de Salud puesto que, a menudo, es debido modificar o suspender la pauta e inyectarse heparina unos días antes y después del procedimiento.

¿Qué hacer en caso de olvido?
  • Si olvidó tomárselo a la hora habitual puede tomarlo a otra hora, siempre y cuando sea el mismo día.
  • Si toma una dosis inferior, puede corregirlo tomando la cantidad que le falta.
  • Si se olvida y se acuerda al día siguiente solo tome la que le corresponde ese día, NUNCA TOME EL DOBLE PARA COMPENSAR.

RECOMENDACIONES GENERALES A MODO DE RESUMEN

  • Tome la dosis exacta que su médico le paute cada día
  • Nunca se automedique ni tome productos de herbolario sin consultar
  • No interrumpa el tratamiento sin avisar a su médico
  • Las inyecciones intramusculares están contraindicadas, advierta que toma anticoagulantes si le deben pinchar
  • Los cambios de hábitos (actividad física, dieta, estado de ánimo y medicación) pueden modificar los niveles de INR
  • Comunique a su médico y enfermera todos los problemas y/o dudas relacionados con el Anticoagulante Oral.
  • Si se produce una herida sangrante comprima la zona con una gasa estéril durante al menos 15 minutos. Si no es suficiente para detener la hemorragia acuda al Servicio de Urgencias más cercano
  • Si tras un golpe se produce un hematoma interno sin cambio de color en la piel, pero con hinchazón de la zona dañada, es importante que lo comunique a su médico o enfermera, puesto que puede tener consecuencias graves
  • Si sangra por encías, nariz, con la orina, heces o aparecen hematomas sin causa aparente, advierta a su médico o enfermera. Si el sangrado es abundante diríjase al Servicio de Urgencias más cercano.
  • No abuse del alcohol
  • No fume, el tabaco altera los niveles de INR
  • Antes de una extracción dentaria, una prueba invasiva o de una intervención quirúrgica acuda al médico y la enfermera responsables de su control
  • Si tiene vómitos, diarreas o color amarillento de la piel (ictericia) comuníquelo a su médico y enfermera
  • La coloración anaranjada de la orina es normal durante el tratamiento
  • Evite el estreñimiento, pero nunca utilice enemas evacuantes

¡No olvide consultar con su médico y/o enfermera ante cualquier duda!


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Síndrome metabólico: cuidados con una visión de conjunto


Por Ángel Palacios Álvarez

Muy frecuentemente se intentan tratar las diferentes patologías de una persona por separado, sin comprender que en muchas ocasiones existe una relación estrecha y compleja entre ellas, y que deben abordarse desde una perspectiva de conjunto. Este es el caso del síndrome metabólico. 

Cuando un paciente acude a la consulta con un problema de obesidad, resistencia a la insulina, colesterol alto o hipertensión, entre otros, la enfermera debe poner el énfasis en el abordaje global de su situación, incidiendo en el origen del problema que suele pasar por una revisión de los estilos de vida del paciente. Esta semana queremos dedicar este espacio a ofrecer una rápida revisión del síndrome metabólico. Esperamos que os resulte interesante. 

El síndrome metabólico


El síndrome metabólico se puede definir como un conjunto de patologías o factores de riesgo que aumentan las posibilidades de que una persona padezca diabetes mellitus tipo 2, infarto cerebral o enfermedad cardiovascular. Aunque su principal denominación es síndrome metabólico, también se conoce por otros nombres como Síndrome X, Síndrome de resistencia a la insulina o Síndrome de Reaven.

Es éste un síndrome controvertido, y no hay un consenso científico ni sobre sus causas concretas ni sobre su definición, existiendo diferentes clasificaciones del mismo. Aun así, existe unanimidad en relacionar la mayoría de los factores de riesgo que lo conforman con la obesidad y la resistencia a la insulina. 

El síndrome metabólico tiene una gran prevalencia en nuestro país, aunque en un gran número de casos no está diagnosticado como tal. Esta prevalencia aumenta considerablemente con la edad, ya que con los años se incrementa el número de afecciones que conforman el síndrome a la vez que se agravan otras que ya se padecían debido al envejecimiento natural de los sistemas corporales. El número de casos crece significativamente entre los 45 y 65 años.

Factores de riesgo para padecer el síndrome metabólico


Existen múltiples factores de riesgo y patologías que conducen a padecer el síndrome metabólico, dos principales, que son la obesidad central y la resistencia a la insulina, y varios secundarios, como son la hipertensión arterial, las dislipemias, higado graso, el sedentarismo, la edad, y propensión genética a padecer este síndrome. Definimos aquí los principales:

  • La obesidad central: la obesidad abdominal o central es aquella en que los principales depósitos de grasa corporal se localizan en la franja abdominal del cuerpo. Es la obesidad que suelen padecer los hombres y se denomina también "en forma de manzana". Es el tipo de obesidad que incrementa en mayor medida el riesgo cardiovascular, a la vez que está relacionada con la acumulación de grasa en órganos vitales, como el hígado. Se diagnostica de obesidad central cuando el ratio cadera/cintura es mayor que 1 en hombres o que 0.9 en mujeres.

  • La resistencia a la insulina: la hiperinsulinemia es una deficiencia metabólica posiblemente determinada por la genética de la persona e influida intensamente por factores ambientales, como la nutrición o el sedentarismo, que produce un estado fisiológico en que el cuerpo no puede utilizar la insulina de una manera eficiente a pesar de ser capaz de producirla en alguna medida. En una persona con un metabolismo normal, las células poseen unos receptores donde se une la insulina, lo que permite el paso de la glucosa de la sangre al interior de la célula. Pero en las personas con resistencia a la insulina la hormona no es capaz de unirse a dichos receptores por lo que se mantienen niveles altos de glucemia a la vez que el páncreas continua secretando insulina inefectiva, hasta agotar las reservas pancreáticas, lo que conduce a la diabetes mellitus tipo 2. Esta patología también puede ser causante de hipertensión, dislipidemias, hígado graso, hiperuricemia, y ovarios poliquísticos, y está presente en un 30% de la población mundial.


En mi opinión, la dificultad que encuentran los teóricos en la unificación de criterios sobre esta enfermedad radica en el hecho de que todas las patologías que intervienen están tan interrelacionadas entre sí que no es fácil describir cual es causa de cual, pudiendo, por ejemplo, ser la hiperinsulinemia la causante de la obesidad o viceversa. Lo importante es entender que, independientemente de que factor de riesgo es el más influyente en el síndrome metabólico, existen elementos en nuestro estilo de vida que si son modificados alteran positivamente los efectos de estas patologías en conjunto.

Consecuencias de padecer el síndrome metabólico


Tras una larga evolución de las enfermedades y los factores de riesgo citados antes, las personas con síndrome metabólico tienen un alto riesgo de padecer diabetes mellitus tipo 2 o enfermedad cardiovascular. Además de sufrir estas importantes enfermedades crónicas, los pacientes son susceptibles de padecer otras patologías como insuficiencia renal, problemas vasculares en los miembros inferiores o infarto cerebral. A lo largo de la enfermedad, estos pacientes suelen ser diagnosticados de más de una estas patologías. También se relacionan con este síndrome algunos problemas que aparecen con bastante frecuencia, como son problemas de coagulación de la sangre, aumento de factores de inflamación o microalbuminuria.

Diagnóstico del síndrome metabólico


Como hemos comentado antes, al ser éste un cuadro complejo en que se unen múltiples factores de riesgo que lo provocan, existen diversos criterios científicos para su clasificación.


De cualquier modo, parece existir un consenso diagnóstico más aceptado por el que se puede decir que una persona tiene síndrome metabólico si tiene 3 o más de los siguientes signos:

  • Presión arterial igual o superior a 130/85 mmHg
  • Glucemia basal (glucosa en sangre en ayunas) igual o superior a 100 mg/dL
  • Perímetro de la cintura: 
    • para los hombres: 100 cm (40 pulgadas) o más
    • para las mujeres: 90 cm (35 pulgadas) o más
  • Colesterol HDL bajo: 
    • para los hombres: 40 mg/dL o menos
    • para las mujeres: 50 mg/dL o menos
  • Triglicéridos igual o superior a 150 mg/dL

Abordaje del síndrome metabólico desde enfermería


Pero tenemos una buena noticia. A pesar de que pueden existir factores genéticos que predispongan al padecimiento de este síndrome, gran parte del tratamiento del síndrome metabólico se puede basar principalmente en la modificación de los estilos de vida del paciente. Así, aunque se podrían abordar cada una de las patologías y factores de riesgo que conforman el síndrome de manera individual, la relación intrínseca que existe entre ellas nos permite tratarlas todas a la vez.


Su enfermera de atención primaria le informará sobre esta enfermedad, y le ayudará a evaluar sus hábitos de vida y mejorarlos para poder bajar de peso, mejorar los niveles de colesterol en sangre, disminuir su tensión arterial, evitar el sedentarismo, fomentar el ejercicio físico y controlar los niveles de glucosa en sangre, entre otras. Las recomendaciones de su enfermera podrían ser las siguientes:
  • Modifique su dieta
  • Pierda peso
  • Evite el sedentarismo
  • Realice ejercicio físico moderado de manera habitual
  • Mejore sus niveles de colesterol en sangre y sus niveles de tensión arterial
  • Deje de fumar

En definitiva, estas recomendaciones buscan cambiar, de una manera coherente y definitiva, el estilo de vida nutricional del paciente para así disminuir el riesgo cardiovascular y evitar la diabetes. Modificar la dieta, disminuyendo la ingesta de grasas saturadas o de origen animal junto con los azúcares, y aumentar el consumo de frutas y verduras, evitará el sobrepeso y la obesidad, a la vez que minimizará la hiperinsulinemia.  La realización de ejercicio físico tendrá también como objetivo que el paciente baje de peso y reduzca su índice de masa corporal, y evite el sedentarismo, uno de los principales factores de deterioro de la salud en nuestros días. Seguir estos consejos evitará a su vez la necesidad de tomar fármacos para el tratamiento de las distintas patologías, aunque en muchos casos su uso será necesario. 

Por último, recuerde que su enfermera de atención primaria le informará adecuadamente sobre su situación y sus necesidades particulares.

¡¡¡ Llevar un estilo de vida saludable te ayudará a evitar muchas enfermedades!!!


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Caídas: prevenir para evitar curar




Por Esther López Muñoz

Definiendo la caída


Según la Organización Mundial de la Salud, caída es la consecuencia de cualquier acontecimiento que precipita al paciente al suelo en contra de su voluntad. Es el desplazamiento del cuerpo en forma inadvertida y súbita hacia un plano inferior con relación a la presencia de uno o varios factores, con o sin pérdida del estado de conciencia o lesión.

En una revisión sobre caídas de la OMS (2007) se recogen las frecuencias de caídas de diferentes estudios y se observa que en mayores de 64 años los porcentajes de caídas/año son alrededor del 28-35%, en mayores de 70 este valor se incrementa a 32-42% y en personas frágiles y en centros de larga estancia estos valores alcanzan cifras del 30-50%, siendo hasta del 40% las personas que sufren más de una caída.

El número de lesiones asociadas a las caídas también aumenta en relación al género y edad según podemos ver en el siguiente estudio canadiense:

Porcentaje de daño post caída.

¿Cuándo se producen la mayoría de las caídas?


La mayoría de las caídas ocurren durante el día. Solamente un 20 % de ellas ocurre durante la noche. Aproximadamente el 10-20% de caídas tiene como consecuencia las fracturas (WHO, 2002). La mayoría de éstas ocurren en el hogar (85%) y solamente el 25% ocurren por incidentes del entorno (Campbell, A.J., et al., 1997). La mayoría de las caídas ocurren durante actividades leves o moderadas, tales como un ejercicio físico incorrecto, la presencia de animales domésticos, calzado inadecuado, soledad. 

Y también debido a la vestimenta larga, ingestión de bebidas alcohólicas, no utilizar aditamentos necesarios (bastón, andadera, lentes). Su mayor parte ocurre en el domicilio, debido a las condiciones del piso, mala iluminación, escalera, desorden, baño; y por peligros específicos, como cordones sin atar, alfombras, mascotas. Otros factores que constituyen riesgo son: entre otros, los trastornos de la visión, del sistema vestibular, así como el déficit en la perfusión cerebral, cambios estructurales en el Sistema Nervioso Central, los peligros del Medio Ambiente y otras enfermedades asociadas. También afecta la toma de medicamentos, aquí se contempla la polifarmacia, los diuréticos, antihipertensivos, hipnóticos y sedantes.

¿Qué consecuencias conlleva la caída?


Las podemos clasificar como:

Inmediatas
  • Fracturas (1-6 %)
  • Lesiones que requieren cuidados médicos (5-25 %)
  • Hospitalización (1 de c/40)
  • Mortalidad (2/3 de los accidentes)
  • Permanencia prolongada en el suelo

Mediatas: Síndrome post caída:
  • Trauma psicológico.
  • Limitación de movilidad.
  • Dependencia en las actividades de la vida diaria (AVD).
  • Sobreprotección familiar.


¿Qué se puede hacer para evitar el riesgo de caídas?


  • Ayudar a construir un ambiente más seguro. Retiraremos los obstáculos del camino en su domicilio como mesas, sillas, alfombras, liberando de obstáculos los lugares de movimiento habituales. Así mismo, mantendremos una iluminación potente con el fin de evitar la oscuridad y aumentar el riesgo de caídas.
  • Disponer de dispositivos de adaptación (barandillas) para aumentar la seguridad del ambiente, tanto en pasillos, como en escaleras, habitaciones y baños.
  • Eliminar los factores de peligro del ambiente, cuando sea posible. Evitaremos escaleras y fomentaremos el uso del ascensor, si lo hubiera, y de rampas. 
  • Usar calzado cerrado, cómodo y con suela antideslizante para desplazarse.
  • Mantener la hidratación, puesto que es una de las causas que producen pérdida de estabilidad.

El papel del personal sanitario


El personal sanitario debe valorar el riesgo de caídas que pueda tener cada uno de los pacientes. Cuando un paciente llega a consulta, además de cubrir la necesidad por la que acude intentamos obtener información de las necesidades básicas de su vida diaria, interesa saber cómo se alimenta, se hidrata, cómo descansa por las noches, si toma mucha medicación, si pasea, etc. Para completar esta valoración, se puede aplicar la escala de riesgo de caídas de Downton:


CAÍDAS PREVIAS
NO    0
SÍ       1

DÉFICITS SENSORIALES
Ninguno 0
Alteraciones visuales 1
Alteraciones auditivas 1
Extremidades  1



MEDICAMENTOS
Ninguno  0
Tranquilizantes  1
Diuréticos  1
Hipotensores  1
Antiparkinsonianos  1
Antidepresivos  1
Otros medicamentos  1



DEAMBULACIÓN

Normal 0
Segura con ayuda 1
Insegura con ayuda 1
Imposible 1

ESTADO MENTAL

Orientado  0
Confuso  1

TOTAL


Riesgo Bajo: 0 a 2 puntos. Riesgo medio: 3 a 4 puntos. Riesgo Alto: 5 a 9 puntos.

Con la valoración de todos estos elementos la enfermera realizará una serie de consejos al paciente y a su familia sobre como acomodar el ambiente en el hogar y como modificar sus actividades diarias con el fin de minimizar el riesgo de caídas en su vida cotidiana.

Insistimos por todo esto en que la caída de la persona mayor se debe valorar como un incidente grave que nos indica la fragilidad del anciano y que puede tener importantes consecuencias  y limitar su vida a partir de ese momento, por lo que se le debe dar la importancia debida por parte de todos los que rodean a la persona.

La eliminación de obstáculos en el hogar como alfombras, el uso de calzado cerrado, la mejora en la iluminación, el uso de bastones o el buen control de los fármacos pueden mejorar y prolongar la vida de nuestros mayores de manera considerable simplemente evitando una caída. Por ello, hagamos todos un pequeño esfuerzo y así evitaremos un tropezón!

Os dejamos con este video que resume como prevenir las caídas:




miércoles, 5 de noviembre de 2014

ICTUS: Unos minutos son vitales



Por Fernando Sánchez Díaz

¿Qué es un ictus? 


Seguramente habrán oído a menudo a profesionales sanitarios o a otras personas referirse a los ictus con diferentes términos: accidentes cerebrovasculares, ACV, apoplejía, infarto cerebral……todas estas formas de decirlo definen un único concepto y, por tanto, significan prácticamente lo mismo: un trastorno del riego sanguíneo del cerebro que ocasiona una alteración transitoria o definitiva en su funcionamiento. Por eso, es fundamental actuar con rapidez.

Tipos de ictus 


El riego en el cerebro puede alterarse principalmente por dos razones; isquemia (falta de sangre) o hemorragia. Por ello se distinguen dos tipos de ictus:

-Isquémico: Falta de riego de las arterias que nutren el cerebro, generalmente debido a un taponamiento de las mismas por un trombo (coágulo de sangre que viaja por el cuerpo hasta el cerebro y al llegar a una arteria pequeña se queda encajado y la atasca, impidiendo que llegue la sangre a su destino). En este caso, el trombo puede acabar deshaciéndose al poco tiempo, denominándose esta situación Accidente Isquémico Transitorio (que normalmente no deja secuelas), o continuar obstruyendo el paso de sangre, por lo que las células de esa parte del cerebro que no reciben oxígeno se mueren, denominándose Infarto Cerebral, que sí tiene secuelas.


- Hemorrágico: Rotura de alguna de las arterias del cerebro, que genera una hemorragia cerebral.

Por eso, es fundamental actuar con rapidez. Cuanto antes se ponga el tratamiento adecuado para romper el coágulo o detener la hemorragia más posibilidades tendrá la persona de vivir y de no tener secuelas. Debemos evitar que las células estén sin oxígeno mucho tiempo y que se dañen o mueran.

¿Es muy frecuente? Incidencia y prevalencia


El ictus es una de las enfermedades neurológicas más comunes. La incidencia global en España (casos nuevos cada año) no se conoce con precisión, estimándose en 150-250 casos por 100.000 habitantes/año. Las tasas se multiplican por 10 en la población mayor de 75 años. La tasa cruda de mortalidad en España es de 95 por 100.000 habitantes/año, mayor en mujeres que en hombres. En los últimos años se ha conseguido un descenso gradual de la mortalidad por ictus gracias al desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas y preventivas.

Es bastante frecuente, por eso, es necesario prevenirlo y actuar rápido si se produce.

¿Qué consecuencias tiene?


El ictus es la primera causa de mortalidad en mujeres y la segunda de mortalidad específica en general.  En los pacientes que sobreviven, es frecuente que deje secuelas graves: hasta el 45% presentan hemiparesia como secuela, hasta un 15% afasia, el 20% no podrán caminar, el 30% sufre de depresión o deterioro cognitivo y entre el 20 y 55% precisaran de ayuda parcial o total.

Por eso, es muy importante actuar con rapidez si se produce.

 ¿Cómo detectarlo? ¿Qué debo hacer?


La aparición de los síntomas es brusca, y se puede manifiestar de diferentes maneras, en unas personas de una, en otras de otra, y en otras confluirán varios síntomas a la vez.

Los síntomas que constituyen sospecha de ictus son tres principalmente:

-Pérdida de fuerza o de sensibilidad o parálisis repentina en las extremidades de una parte del cuerpo. Esto se nota cuando no se puede mover un brazo o una pierna.

-Si tiene la boca torcida, con una de las comisuras caída, quedando una mueca extraña en la cara.

-Dificultad para hablar o entender. Dice palabras incoherentes e incomprensibles, como si hablara en un idioma extraño.

Otros síntomas que pueden indicar también la sospecha de ictus son:

-Cefalea intensa, repentina y sin causa aparente (puede estar asociada a náuseas y/o vómitos).

-Pérdida de visión brusca de uno o ambos ojos.

-Dificultad para caminar, pérdida de equilibrio o coordinación.

-Confusión repentina.

Todo indica que existe un problema que hay que solucionar lo antes posible.¡Puede ser un ictus, al 112 has de llamar!

Si detectamos en nosotros o en una persona de nuestro entorno o en alguien que nos encontremos por la calle un mínimo síntoma, por leve que sea, y aunque sea transitorio y se le pase, debemos comunicarlo llamando a los servicios de emergencia o llevando a la persona a un centro sanitario de forma urgente. El tratamiento precoz evita muchas posibles secuelas.

¿Se puede prevenir?  Factores de riesgo vascular modificables 


La hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol elevado, la obesidad, el sedentarismo, o el consumo de tabaco y alcohol  aumentan el riesgo de sufrir un ictus. Actuar sobre estos factores, que por suerte son modificables, puede prevenirlo. Esto se consigue mediante la  adquisición de estilos o hábitos de vida saludables:

-Una dieta mediterránea variada y equilibrada, pobre en grasas de origen animal, con el aceite de oliva como principal lípido, incrementando el consumo de hidratos de carbono complejos, pescado, frutas y vegetales y disminuyendo el consumo de sal. Incluyendo los ajustes o las recomendaciones concretas dentro de esta dieta, según su problema de salud.

-El ejercicio físico moderado diario.

-Evitar los tóxicos (alcohol en exceso y tabaco).

-Mantener un peso saludable.

-Tomar adecuadamente la medicación si fuese necesario para tener los valores de tensión arterial, azúcar en la sangre o colesterol controlados.

Especial relevancia tiene la obesidad, ya que es una verdadera epidemia en los países desarrollados. Se asocia a mayor riesgo de ictus debido a que genera con frecuencia hipertensión arterial, diabetes y cifras más elevadas de colesterol, por lo que los factores de riesgo están muy ligados y controlando la obesidad se pueden controlar estos otros (y con la ayuda de medicación si fuese necesario). 

Para evitar este riesgo, se recomienda mantener índices de masa corporal por debajo de 25. Para evitar la obesidad, y por tanto los otros factores de riesgo, se debe llevar una alimentación saludable y hacer ejercicio físico.

En la consulta de enfermería podemos ayudarle a mantener estos factores controlados, y trabajar con usted un plan individualizado para llevar una alimentación saludable y adecuada, perder peso y mantenerlo, hacer el ejercicio adecuado para usted u organizar y conocer la medicación que toma.

Conclusiones: Recuerde…..


El ictus es un problema grave que requiere una asistencia médica urgente. Causa una elevada mortalidad y en otros casos deja secuelas graves. Si sabes detectar los síntomas y actúas rápidamente, puedes evitar daños y consecuencias  irreversibles. El tiempo es clave, unos minutos son vitales.  Llama al 112.



Para más información, acuda a su centro de salud y pregunte a sus profesionales sanitarios de referencia.