miércoles, 15 de octubre de 2014

Diagnóstico: Desesperanza


Por Sandra González Pérez


La enfermería, al igual que la medicina, posee una terminología sanitaria específica, y al igual que los médicos diagnostican de enfermedades, tales como la gripe o una úlcera, los enfermeros también tenemos nuestros propios diagnósticos de enfermería, que en vez de estar dirigidos a la enfermedad hacen referencia a las respuestas humanas. Uno de estos diagnósticos es la desesperanza.

Diagnóstico enfermero: Desesperanza


La desesperanza es un diagnóstico enfermero bastante desconocido. La enfermería debe garantizar el cuidado holístico de la persona, trabajando “a pie de cama”, “conviviendo” con el paciente las 24 horas del día. La enfermería es una profesión donde prima la accesibilidad, que desarrolla una relación terapéutica con el paciente basada en la confianza y en la comunicación, una profesión con suficiente capacidad para detectar este fenómeno psicológico. Todo ello genera situaciones idóneas para diagnosticar un posible caso de desesperanza.

La desesperanza se puede identificar como un conjunto de sentimientos negativos acerca de uno mismo, el mundo y el futuro, relacionándose también con la situación presente y partiendo del pasado.

Por tanto, un individuo desesperanzado es un sujeto que cree:
  • Que nunca podrá salir adelante por sí mismo.
  • Que nunca tendrá éxito en lo que intente.
  • Que nunca alcanzará objetivos-metas importantes.
  • Que nunca podrá solucionar los problemas que se planteen en su vida.
Dicha situación se asocia con diversos procesos de alta incidencia en la práctica asistencial sanitaria.

En relación con el sentido de la vida, existe una relación negativa directa entre el logro existencial y la desesperanza. Igualmente, destaca el valor predictivo y diagnóstico de la desesperanza en el suicidio, y en cuanto a la depresión, la relación queda establecida desde Beck, con su Modelo cognitivo de la depresión.

Pero la desesperanza también se relaciona con otros procesos, como el burnout, la baja autoestima, la agresividad o lo que se conoce como desesperanza prestada (por identificación con padres que así se sienten).

Para la ayuda en el diagnóstico y valoración de la desesperanza, Beck y colaboradores desarrollaron en 1974 la Escala de Desesperanza de Beck, que además sirve de técnica de screening para la depresión y el riesgo suicida.

Factores relacionados


La desesperanza tiene múltiples factores relacionados, la mayoría por situaciones en las que la realidad resulta apabullante. Entre ellos destaca el abandono, el deterioro del estado fisiológico (situaciones de recaídas, no mejorías, percepción inadecuada de la enfermedad o dolor), estrés de larga duración, prolongada restricción de la actividad que causa aislamiento o pérdida de fe en los poderes espirituales y los valores trascendentales (sobre los cuales no existe un consenso, algunos autores señalan cómo la espiritualidad y la religiosidad aumentan el bienestar de la persona, y otros certifican que se multiplica por 4 el riesgo de depresión y desesperanza).

En cuanto a las características definitorias de un paciente con desesperanza destaca que es un sujeto pasivo, con falta de implicación en los cuidados, con disminución de las emociones y la verbalización y con claves verbales y no verbales de pesimismo.

En relación al tratamiento de la desesperanza, desde 1998 y a través de la iniciativa de Seligman surgió una nueva subdisciplina conocida como psicología positiva que pretende fomentar las fortalezas humanas, el optimismo, la esperanza y el valor.

El papel de la enfermería

La actuación de la enfermería con un paciente desesperanzado se basa en 4 puntos: el desarrollo de un ambiente terapéutico, la valoración de la situación del paciente, un plan de cuidados basado en la consecución de metas y la educación para la salud.

Dorothea Orem, destacada figura en la historia de la enfermería, afirmaba que el papel de la enfermera debería enfocar su actividad en ayudar al individuo a mantener el autocuidado.

Los profesionales sanitarios debemos entender que el paciente es el verdadero protagonista de su salud, haciendo que éste convierta la desesperanza en esperanza y la impotencia en verdadero poder hacer.

Antes os hemos hablado del importante valor predictivo de este diagnóstico enfermero en el suicidio y la depresión. Una buena valoración de la enfermera de familia puede llevar a prevenir y encauzar el problema, contando con la ayuda de otros profesionales.

Nos despedimos con este interesante vídeo de la OMS sobre la depresión:




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.