miércoles, 29 de octubre de 2014

Retinopatía diabética: échale un ojo a tu vista



Por Aurelia López González

Dentro de las múltiples complicaciones que provoca la diabetes se encuentra la retinopatía diabética, una afectación de la vista del paciente diabético que se ha convertido en una de las causas principales de ceguera en nuestro país. En las primeras fases de la enfermedad puede no notarse ninguna alteración, pero a la larga la retinopatía causará una importante perdida visual. Desde la consulta de enfermería de atención primaria queremos hacer una rápido repaso de este problema recordando los datos más relevantes de esta complicación.


¿Quién puede sufrir la retinopatía diabética?


Todas las personas con diabetes tanto del tipo I como II mal controlada corren riesgo, y su frecuencia aumenta con los años de evolución de la enfermedad, la edad del paciente y el control metabólico.

Después de 20 años de evolución de la enfermedad, prácticamente todos los pacientes con diabetes tipo I y más del 60% con diabetes tipo II presentan signos visibles de retinopatía en el fondo de ojo.

De ahí la precaución de realizar un examen ocular completo, con una revisión de la agudeza visual y una dilatación pupilar al menos una vez al año.


Fases de la retinopatía diabética


Fase de la microangiopatía

El paciente no nota pérdida de visión, ni el oftalmólogo verá nada anormal cuando explore el fondo de ojo, sin embargo ya se están produciendo alteraciones microscópicas en los vasos sanguíneos como consecuencia de los niveles elevados de glucosa en sangre. Esta etapa puede durar más de 10 años tras el inicio de la diabetes, de ahí la importancia de determinar el inicio de la enfermedad.


Retinopatía diabética simple o no proliferativa

En esta fase ya se ven alteraciones vasculares en el fondo de ojo, aunque el paciente puede seguir sin cambios en su visión, aparecen microaneurismas que se comportan como “goteras “en los vasos sanguíneos de la retina y exudados, llegando a producirse un edema macular (encharcamiento de la mácula). Según avanza la enfermedad algunos vasos que nutren a la retina se obstruyen haciendo deje de recibir sangre, se produce una hipoxia y crecen nuevos vasos para sustituirlos.

Retinopatía diabética proliferativa

Etapa caracterizada por la existencia de estos nuevos vasos, que son anormales, muy frágiles, sus paredes son delgadas, se rompen con facilidad y sangran provocando una pérdida importante de visión.


Síntomas de una hemorragia intraocular


La retinopatía diabética habitualmente, no ofrece ninguna señal de advertencia. A medida que el daño en la retina progresa pueden verse alteraciones en la visión como las imágenes desenfocadas, deformadas o con puntos negros. Las hemorragias suelen ocurrir más de una vez y por eso en ocasiones no terminan de desaparecer, otras se reabsorben y el paciente recupera visión.


Diagnóstico


El primer examen debe de ser la valoración de la agudeza visual y el fondo de ojo con dilatación pupilar para valorar la retina y el nervio óptico. Si el oftalmólogo cree que necesita tratamiento para el edema macular puede recomendar hacer una angiografía fluoresceínica, se inyecta un colorante especial en el brazo y se toman fotografías cuando el contraste está pasando por los vasos sanguíneos de la retina.

Tomografía de coherencia óptica

La OCT (tomografía de coherencia óptica) es prueba sencilla e indolora, es sensible para detectar un edema macular, observar su evolución y la respuesta al tratamiento. Es un instrumento que mediante una luz realiza un scanner de las distintas capas de la retina midiendo su grosor y detectando líquido u otras anomalías.


Tratamiento


El edema macular se trata con la aplicación local de láser, realizando un numero variable de impactos en la parte de la retina que “gotea” alrededor de la mácula. El paciente puede necesitar del láser más de una ocasión para controlar el edema. Este tratamiento tiene como objetivo estabilizar la visión, tan sólo en pocos casos se puede mejorar la que se ha perdido.

La retinopatía proliferativa también se trata con láser, este procedimiento se llama panfotocoagulación retiniana y ayuda a reducir los vasos anormales. Debido a que es necesario realizar muchos impactos se necesitan varias sesiones para completar el tratamiento. Aunque se puede notar alguna pérdida de visión periférica ayuda a conservar la visión. Este tratamiento funciona mejor antes de que los vasos formados empiecen a sangrar, aunque también se puedan aplicar en función de la cantidad de hemorragia existente.

Si la hemorragia es grande se puede necesitar un tratamiento quirúrgico llamado vitrectomía, en la que se quita esa sangre del interior ocular.

Actualmente se están buscando mejores maneras para detectar, tratar y prevenir la perdida de visión en pacientes con diabetes, las inyecciones intraoculares (factores antiangiogénicos) que están ayudando a controlar la retinopatía y sus consecuencias.


Prevención de la retinopatía


La principal medida para prevenir la retinopatía o para retrasar su evolución es el estricto control de la glucemia. Además es muy importante evitar otros factores que facilitan o agravan las lesiones vasculares como el consumo de tabaco, controlar la hipertensión arterial, vigilar los niveles de colesterol, realizar ejercicio físico de forma regular y seguir dieta adecuada. 

Así que, ¡controla tu glucemia y cuidarás tu vista!


miércoles, 22 de octubre de 2014

El sueño: Dormir para estar bien despiertos

“Si es bueno vivir, todavía es mejor soñar, y lo mejor de todo, despertar”
(Antonio Machado)

Por Rosa Sánchez González

Introducción


El sueño ha sido un estado inexplorado por el hombre hasta hace unos 50 años. Es uno de los aspectos más misteriosos del funcionamiento del cerebro: cada noche entramos en un mundo extraño, en el que pasamos un tercio de nuestra vida, y del que conocemos muy poco, en qué consiste o porqué se producen los sueños.

Siempre se había pensado que el sueño era un estado de inactividad en el que el cerebro deja de funcionar… Sin embargo, en 1929 Hans Berger colocó unos electrodos en la cabeza de un sujeto y descubrió que el cerebro produce campos eléctricos que se pueden registrar en un aparato llamado “electroencefalógrafo” (EEG) y observó que ese campo eléctrico oscilaba, produciendo ondas (que según su frecuencia se denominan ondas alfa, beta, delta…), tanto en vigilia como durante el sueño, lo que contribuyó a explorar ese espacio de tiempo en el que aparentemente no pasa nada, así como para detectar patologías o desórdenes neurológicos.


Con sucesivas investigaciones de las ondas cerebrales se llegó a la conclusión de que durante el sueño el cerebro no descansa sino que al contrario está más activo.

Para comprender mejor este estado al que dedicamos un tercio de nuestra vida vamos a definirlo…

¿Qué es el sueño?


El Sueño es la fábrica de nuestro día. Se trata de un estado misterioso donde fabricamos lo que gastamos al día siguiente. Durante el sueño revitalizamos nuestro organismo para “vivir” durante el día. 

Cuando dormimos nuestro cuerpo descansa y nuestra mente se recupera; es una necesidad biológica que permite restablecer las funciones fisiológicas esenciales para un pleno rendimiento durante el día, además facilita la consolidación de los conceptos adquiridos (aprendizaje), ayudando a almacenar recuerdos, por lo tanto, es muy importante la relación entre sueño y memoria.

Mientras dormimos todos nuestros órganos vitales siguen funcionando, algunos incluso a un mayor ritmo: hay cambios en la tensión arterial, frecuencia cardiaca y respiratoria, temperatura corporal, secreción hormonal, etc.

En conclusión nuestra existencia es como un círculo en el que día y noche se relacionan sin cesar.


A este ciclo se le denomina “Ritmo Circadiano”, del latín “circa” (alrededor) y “dies” (día). Este ciclo se puede ver alterado por situaciones como el trabajo en turnos de noche, viajes (jet-lag), cambios de horario o alteración de costumbres, etc.


Pero… ¿qué pasa cuando dormimos?


Durante el sueño se pasa por cuatro etapas o fases, que van desde el sueño ligero hasta el más profundo, después del cual se alcanza un estado que se denomina REM (Rapid Eye Movement) o MOR (Movimientos de Ojos Rápidos), en español.


Fase 1:
Se produce la transición de la vigilia al sueño, la respiración disminuye y aparecen ondas alfa en el EEG, que generan pensamientos creativos. Es el momento en el que cerramos los ojos para dormir, un sueño ligero, la típica “cabezadita”, en la cual ante cualquier ruido no muy fuerte nos podemos despertar.

Fase 2:
El sueño y el descanso son más profundos, pero podemos ser despertados sin gran dificultad. En esta fase el cerebro reorganiza la información adquirida durante el día.

Fase 3:
Es el comienzo del sueño profundo, del que cuesta mucho despertar.

Fase 4:
El sueño es ya profundo, el cerebro procesa algunos estímulos y podemos movernos en la cama y no somos conscientes de ello.

REM o MOR:
Pasadas las fases anteriores, entramos en el sueño REM, que es una etapa con características diferentes del resto y es en la que soñamos. La fase se caracteriza por los movimientos rápidos de ojos, que le dan su nombre. Cuando se despierta una persona en esta fase, más del 80% recuerdan claramente el sueño que estaban teniendo. Lo cierto es que siempre soñamos aunque luego no lo recordemos, si nos despertamos en cualquiera de las otras fases. Como curiosidad, en el sueño REM se produce la regeneración de las células de la piel, por ello las cremas faciales nutritivas se aplican por la noche y las hidratantes por el día, para potenciar su efecto. 


Cómo indican las figuras, un ciclo completo de sueño dura una hora y media aproximadamente y se producen 4 o 5 ciclos de este tipo a lo largo de la noche. Asimismo es común que se produzcan “micro-despertares” que no tienen por qué afectar a la calidad del sueño. Su duración típica es de 30 segundos en niños, jóvenes y adultos y en la gente mayor de 2 a 5 minutos, por lo que les puede costar más volverse a dormir.

Entonces… ¿qué es soñar?: es una mezcla de recuerdos, informaciones y emociones que adquirimos durante el día y se entrelazan mientras dormimos. Soñar es un proceso mental involuntario en el que se produce una reelaboración de la información almacenada en la memoria, generalmente relacionada con experiencias vividas por el soñante el día anterior. Los recuerdos que se mantienen al despertar pueden ser simples (una imagen, un sonido, una idea, etcétera) o muy elaborados. Los sueños más elaborados contienen escenas, personajes, escenarios y objetos.

Como conclusión, la figura siguiente resume todo lo indicado hasta aquí, que son las características del sueño “normal”:


La necesidad de sueño


Cada edad tiene unas necesidades de sueño diferentes: al nacer, los bebés se pasan la mayor parte del tiempo durmiendo, con el trascurso de los años se va necesitando dormir menos hasta alcanzar la vejez en la que se necesitan menos horas de sueño, pero es en esta edad en la que las personas se quejan con mayor frecuencia de “dormir poco” lo que interpretan como un problema de salud, aunque en realidad puede ser una situación normal correspondiendo a una vida en general menos activa.

Se ha comprobado que los trastornos del sueño se dan en cualquier edad y se pueden deber a:
  • Causas internas: originadas o desarrolladas dentro del organismo (enfermedades, factores psicológicos…)
  • Causas externas:Higiene inadecuada del sueño, consumo de estimulantes, tratamientos…
El 40% de las personas tienen problemas de sueño alguna etapa de su vida, pero aumentan en la edad avanzada por cambios en el patrón del sueño, transformaciones fisiológicas y variables ambientales y personales.

En definitiva, dormir poco produce efectos similares a los del envejecimiento. En el periodo diurno afectan al estado de alerta, ánimo, concentración y atención y a largo plazo pueden producir problemas físicos, trastornos metabólicos y psiquiátricos (ansiedad, depresión…).


(Consultar este enlace para profundizar en los trastornos del sueño)

Consejos para dormir bien


Existen una serie de condicionamientos que favorecen el camino hacia el sueño: la actividad física favorece la necesidad de descanso, nuestro cerebro necesita orden y rutina antes de dormir, determinadas sustancias dificultan conciliar el sueño, etc. 
Los siguientes puntos detallan una serie de consejos para dormir bien, publicados por la Escuela de Medicina de Harvard (EEUU):


  1. Haz ejercicio: Mantenerse físicamente activo cada día con actividades al alcance de la mano como caminar, correr o nadar, nos aportan tres beneficios clave de cara a obtener un sueño reparador: cuando uno está cansado por el ejercicio se duerme más rápido, consigue un mayor porcentaje de sueño profundo y se despierta con menos frecuencia durante la noche.
  2. La cama es sólo para dormir y para tener relaciones sexuales: El resto de actividades como tumbarse en la misma para ver la televisión, leer las redes sociales, revisar el correo o jugar en el móvil, tableta o portátil no nos aporta ningún factor positivo si queremos dormir mejor al final del día.
  3. Horarios y rutina: Para conseguir dormir bien necesitamos organizar nuestro sueño y hacerlo de forma responsable. Hay que irse dormir a la misma hora cada día y despertarse también a la misma hora, en la medida de lo posible. Entrenar a nuestro cuerpo de cara al sueño hará que nos durmamos también más rápidamente y nos despertemos más frescos.
  4. Adiós al tabaco: Fumar es un gran enemigo del descanso, aparte de nuestra salud en general. La nicotina provoca en nuestro organismo un efecto que dificulta que nos quedemos dormidos con facilidad.
  5. Una buena zona de descanso: El lugar donde duermes debe ser un templo de tranquilidad y silencio. El móvil, el portátil o la televisión deberán estar fuera de la zona de descanso. Lo ideal es que esté oscuro, relativamente fresco y todo lo tranquilo que sea posible. La habitación deberá estar ordenada y con pocos objetos alrededor para facilitar ese ambiente de tranquilidad que requiere un sueño reparador.
  6. Menos bebidas con cafeína: El café, el té o los refrescos pueden apetecer mucho a lo largo del día pero la cafeína nos provocará más dificultad para dormir por la noche y también aumentan la necesidad de despertarse para hacer pis durante la noche.
  7. Los somníferos tampoco son buenos aliados: Intenta evitar las pastillas para dormir y consulta con un especialista la forma más eficaz de tomarlas durante el período de tiempo más corto posible.
  8. Beber menos alcohol: El alcohol deprime el sistema nervioso, lo que ayuda a quedarse dormido. Sin embargo, este efecto desaparece a las pocas horas, lo que provoca que podamos despertarnos varias veces a lo largo de la noche, impidiendo un buen sueño. Además de esto, el alcohol magnifica los ronquidos y otros problemas respiratorios relacionados con el sueño.
  9. Siestas sí, pero cortas: Dormir la siesta es beneficioso para continuar con energía el resto del día, pero no si son extensas. Un máximo de 20 minutos nos sentará fenomenal. Más, sólo impedirá que por la noche consigamos conciliar el sueño.
  10. Si no consigues dormirte, levántate: Quedarse en la cama tras 20 minutos de haberse ido a dormir es un indicador de que no estamos relajados y por tanto, nos va a costar quedarnos dormidos. Levántate, ponte a leer un poco, y luego vuelve a la cama. Dar vueltas y vueltas en la misma durante horas no acelerará el proceso.

Y a modo de conclusión…


Recordemos que el proceso del sueño empieza desde que nos hemos levantado ese día:
  • Hacer un buen desayuno, ya que, como hemos visto, durante el sueño hemos mantenido una gran actividad cerebral y hay que reponerse para comenzar bien el día.
  • Optimizar el día mediante el control de la ansiedad y el estrés, relativizando los problemas que puedan surgir, y dedicando un tiempo para relajarnos, realizar actividades físicas y de entretenimiento 
  • Procurar rodearnos de personas positivas y alegres, disfrutar de la amistad, de la luz del día, valorar lo que tenemos y mostrar actitudes positivas ante las personas y los acontecimientos.
  • Vivir el aquí y el ahora, centrarse en lo que se está haciendo, cuando se está trabajando, se está trabajando y cuando descansamos, disfrutamos de ese descanso, es decir disfrutar de lo que hacemos, desconectando de todo lo demás y en definitiva estar en paz con nosotros mismos.
  • No llevarnos preocupaciones a la cama y recordar algo agradable o divertido que nos haya pasado durante el día, por mínimo que sea, ya que la felicidad no está relacionada con grandes acontecimientos, es el resultado de disfrutar pequeños momentos que vivimos cada día.


Para finalizar, queremos compartir con vosotros la siguiente dedicatoria, extraída del libro “El Camino del Sueño” del Dr. Eduard Estivill y la escritora Yolanda Sáenz de Tejada…

… a todos los sueños que nunca llegaron a serlo
¡¡ porque alguien no soñó !!


miércoles, 15 de octubre de 2014

Diagnóstico: Desesperanza


Por Sandra González Pérez


La enfermería, al igual que la medicina, posee una terminología sanitaria específica, y al igual que los médicos diagnostican de enfermedades, tales como la gripe o una úlcera, los enfermeros también tenemos nuestros propios diagnósticos de enfermería, que en vez de estar dirigidos a la enfermedad hacen referencia a las respuestas humanas. Uno de estos diagnósticos es la desesperanza.

Diagnóstico enfermero: Desesperanza


La desesperanza es un diagnóstico enfermero bastante desconocido. La enfermería debe garantizar el cuidado holístico de la persona, trabajando “a pie de cama”, “conviviendo” con el paciente las 24 horas del día. La enfermería es una profesión donde prima la accesibilidad, que desarrolla una relación terapéutica con el paciente basada en la confianza y en la comunicación, una profesión con suficiente capacidad para detectar este fenómeno psicológico. Todo ello genera situaciones idóneas para diagnosticar un posible caso de desesperanza.

La desesperanza se puede identificar como un conjunto de sentimientos negativos acerca de uno mismo, el mundo y el futuro, relacionándose también con la situación presente y partiendo del pasado.

Por tanto, un individuo desesperanzado es un sujeto que cree:
  • Que nunca podrá salir adelante por sí mismo.
  • Que nunca tendrá éxito en lo que intente.
  • Que nunca alcanzará objetivos-metas importantes.
  • Que nunca podrá solucionar los problemas que se planteen en su vida.
Dicha situación se asocia con diversos procesos de alta incidencia en la práctica asistencial sanitaria.

En relación con el sentido de la vida, existe una relación negativa directa entre el logro existencial y la desesperanza. Igualmente, destaca el valor predictivo y diagnóstico de la desesperanza en el suicidio, y en cuanto a la depresión, la relación queda establecida desde Beck, con su Modelo cognitivo de la depresión.

Pero la desesperanza también se relaciona con otros procesos, como el burnout, la baja autoestima, la agresividad o lo que se conoce como desesperanza prestada (por identificación con padres que así se sienten).

Para la ayuda en el diagnóstico y valoración de la desesperanza, Beck y colaboradores desarrollaron en 1974 la Escala de Desesperanza de Beck, que además sirve de técnica de screening para la depresión y el riesgo suicida.

Factores relacionados


La desesperanza tiene múltiples factores relacionados, la mayoría por situaciones en las que la realidad resulta apabullante. Entre ellos destaca el abandono, el deterioro del estado fisiológico (situaciones de recaídas, no mejorías, percepción inadecuada de la enfermedad o dolor), estrés de larga duración, prolongada restricción de la actividad que causa aislamiento o pérdida de fe en los poderes espirituales y los valores trascendentales (sobre los cuales no existe un consenso, algunos autores señalan cómo la espiritualidad y la religiosidad aumentan el bienestar de la persona, y otros certifican que se multiplica por 4 el riesgo de depresión y desesperanza).

En cuanto a las características definitorias de un paciente con desesperanza destaca que es un sujeto pasivo, con falta de implicación en los cuidados, con disminución de las emociones y la verbalización y con claves verbales y no verbales de pesimismo.

En relación al tratamiento de la desesperanza, desde 1998 y a través de la iniciativa de Seligman surgió una nueva subdisciplina conocida como psicología positiva que pretende fomentar las fortalezas humanas, el optimismo, la esperanza y el valor.

El papel de la enfermería

La actuación de la enfermería con un paciente desesperanzado se basa en 4 puntos: el desarrollo de un ambiente terapéutico, la valoración de la situación del paciente, un plan de cuidados basado en la consecución de metas y la educación para la salud.

Dorothea Orem, destacada figura en la historia de la enfermería, afirmaba que el papel de la enfermera debería enfocar su actividad en ayudar al individuo a mantener el autocuidado.

Los profesionales sanitarios debemos entender que el paciente es el verdadero protagonista de su salud, haciendo que éste convierta la desesperanza en esperanza y la impotencia en verdadero poder hacer.

Antes os hemos hablado del importante valor predictivo de este diagnóstico enfermero en el suicidio y la depresión. Una buena valoración de la enfermera de familia puede llevar a prevenir y encauzar el problema, contando con la ayuda de otros profesionales.

Nos despedimos con este interesante vídeo de la OMS sobre la depresión:




miércoles, 8 de octubre de 2014

Cuidando tu pie diabético




El pie diabético y los trastornos que conlleva se han convertido en el principal motivo de hospitalización de las personas diabéticas en España, a pesar de ser la complicación de la diabetes que se puede prevenir con mayor facilidad. A la consulta de Atención Primaria llegan a diario personas con problemas en sus pies que podrían haber prevenido con un mínimo de información y ayuda. Por eso queremos dedicar el post de esta semana a revisar algunos datos de esta patología y ofrecer unos consejos que permitan a las personas con diabetes, y a sus cuidadores, tomar conciencia de lo importante que es cuidar adecuadamente los pies.

Las complicaciones de la diabetes


Las complicaciones crónicas de la diabetes aparecen cuando se mantienen durante años niveles de glucosa en sangre elevados por encima de la normalidad (hiperglucemias), dependiendo la gravedad de dichas complicaciones de la duración y la magnitud de dichas glucemias. Por el contrario, el control de la glucemia dentro unos niveles adecuados previene la aparición de complicaciones y ralentiza su progresión, permitiendo que las personas diabéticas no tengan porqué manifestar ningún trastorno durante la mayor parte de su vida.

Aunque las complicaciones crónicas pueden afectar tanto a personas con diabetes tipo 1 como con tipo 2, las personas con diabetes tipo 2 suelen descubrir que tienen diabetes cuando se manifiesta alguna de sus complicaciones crónicas. Esto se debe a que este tipo de diabetes se caracteriza por un largo periodo de hiperglucemias asintomáticas. 

Las complicaciones crónicas principales de la diabetes son: 
  • aumento de la susceptibilidad a infecciones
  • alteraciones cutáneas
  • gastroparesia (incapacidad del estómago para vaciar sus contenidos sin que exista una obstrucción) 
  • aterosclerosis (enfermedad de las arterias causada por una acumulación de material graso en las paredes de los vasos sanguíneos, causando su deterioro, endurecimiento y reducción del flujo sanguíneo)
  • daño cerebrovascular
  • cardiopatía
  • daño en los pequeños vasos sanguíneos
  • daño en los nervios periféricos
  • daño en la retina
  • daño renal
  • pie diabético

El pie diabético


El pie diabético se puede definir como la ulceración, infección o destrucción de los tejidos profundos en los pies de las personas con diabetes, asociado a alteraciones neurológicas y al daño de los vasos sanguíneos periféricos.

Su aparición es más frecuente en hombres y en personas mayores de 60 años. Es una patología con una prevalencia mayor en los países desarrollados. Se calcula que una persona con diabetes tiene un riesgo del 25% de padecer una lesión de este tipo a lo largo de su vida. Además, se estima que el 80% de las amputaciones que no son resultado de un traumatismo tienen como antecedente una úlcera diabética.

El pie diabético es consecuencia de la conjunción de varios trastornos provocados por las hiperglucemias mantenidas en el tiempo, como la neuropatía periférica y la enfermedad vascular, unidos a traumatismos en los pies, infecciones, calzado inadecuado o tabaquismo. Debido a la neuropatía periférica, la persona diabética tiene una sensibilidad periférica disminuida por lo que los traumatismos pueden pasar desapercibidos. También, puede provocar una atrofia muscular y deformidad del pie que favorece la aparición de las úlceras. Además, la piel de estas personas tiene reducida la transpiración y está más seca, lo que favorece la formación de fisuras cutáneas que facilitan las infecciones. Por otra parte, los trastornos vasculares retrasan la curación normal de las heridas.

Factores de riesgo para el desarrollo de úlceras del pie
Factores locales
Factores sistémicos
Neuropatía periférica
Deformidad de los pies
Presión anormal de los pies
Limitación de la movilidad articular
Traumatismos
Callosidades
Calzado inadecuado
Antecedentes de úlceras
Hiperglucemias mantenidas
Diabetes de larga duración
Enfermedad vascular periférica
Edad avanzada
Tabaquismo
Enfermedad renal crónica
Trastornos visuales

Úlceras e infección en el pie diabético


Las úlceras suelen comenzar con una pequeña herida o traumatismo. Estas pequeñas lesiones superficiales normalmente pasan desapercibidas por lo que no se diagnostican ni se tratan adecuadamente, se hacen más profundas y ocasionan trastornos como abscesos, celulitis e incluso osteomielitis. Cuando la úlcera no se trata a tiempo puede llegar a gangrenarse y requerir la amputación del pie.

Los diabéticos son propensos a las infecciones del pie debido a la presencia de neuropatía e insuficiencia vascular. La úlcera es la puerta de entrada de la infección. En estos pacientes los signos de infección son menos evidentes que en otras personas con heridas debido a la isquemia y a la neuropatía, los signos sistémicos son menos evidentes, y el dolor está disminuido. Las infecciones del pie diabético se clasifican en tres grupos: infección sin riesgo de amputación, con riesgo de amputación y con riesgo para la vida.

La evaluación de las heridas determina que tratamiento se aplicará a cada caso y su duración. Utilizando la clasificación de Wagner se podrían evaluar las úlceras como:
  • Grado 0: no se evidencia lesión ulcerosa en un pie de alto riesgo (con deformidad, callosidad,...)
  • Grado 1: úlcera superficial que solo afecta a la piel
  • Grado 2: úlcera profunda con lesión que afecta a los tejidos subyacentes como tendones, músculos, ligamentos,...
  • Grado 3: úlcera profunda con absceso que puede provocar una osteomielitis
  • Grado 4: gangrena parcial en una parte del pie, normalmente los dedos o el talón
  • Grado 5: gangrena extensa que abarca todo el pie


Tratamiento del pie diabético


Los tres pilares del tratamiento del pie diabético son: 
  • el cuidado local de la herida: la enfermera eliminará el tejido necrótico, a través del desbridamiento quirúrgico en la mayor parte de los casos, eliminando callosidades y estimulando la circulación de la zona, mantendrá la herida limpia y realizará una cura húmeda con un apósito adecuado. Estas curas suelen ser largas y de lenta evolución
  • la disminución de la presión en la zona afectada o descarga:  el alivio de la presión de la zona afectada es fundamental para mejorar el proceso de curación, usando dispositivos específicos, medios zapatos y moldes de contacto, lo que descarga la zona de la presión de la pisada y reparte el peso por todo el pie
  • control de posible sobreinfecciones: tras la limpieza de la herida se tomarán muestras para cultivo que determinarán si existe una infección, en cuyo caso se administrarán los antibióticos adecuados


Cuidados del pie diabético


La educación de la persona diabética es fundamental para evitar la aparición de la úlcera y sus complicaciones. La prevención de estos trastornos pasa por el control de las glucemias de manera rigurosa, la realización ejercicio físico moderado, una alimentación adecuada, el abandono del tabaco y no faltar a las citas con su endocrino. La enfermera de atención primaria revisará el pie de las personas diabéticas al menos una vez al año, y más frecuentemente a aquellos que tengan factores de riesgo de padecer úlceras.

A continuación enumeramos una serie de consejos que pueden seguir las personas diabéticas con el fin de evitar la aparición del pie diabético: 
  • Inspeccionar los pies todos los días en busca de lesiones como piel seca y cuarteada, cortes, ampollas, quemaduras, úlceras, hematomas, enrojecimiento, calor, sensibilidad o durezas. Si es preciso se utilizará un espejo para poder observar las plantas y los espacios interdigitales
  • Lavar los pies diariamente con agua templada y jabón que no sea irritante
  • Secar siempre muy bien los pies, sin frotar, insistiendo en las zonas interdigitales. Si el acceso es complicado, se puede secar el pie con una secador de pelo
  • Hidratar muy bien los piel con una crema adecuada como vaselina para evitar la sequedad y las fisuras
  • Usar medias o calcetines suaves de algodón sin elásticos ni costuras. No usar nunca un calcetín con agujeros pues ejercen una presión que dañará la piel
  • Utilizar calzado adecuado que no produzca heridas ni roces. Si utiliza zapatos nuevos, se deben moldear de manera gradual, o ponerlos poco tiempo cada vez hasta su completa adaptación
  • No hacerse curas a uno mismo y acudir siempre a su enfermera
  • Acudir al podólogo especialista en pie diabético para cortar las uñas y rebajar las durezas
  • Si se corta las uñas uno mismo, remojarlas antes en agua templada. Cortar siempre en línea recta, no demasiado cerca de la piel
  • No acercar los pies a fuentes de calor como estufas ya que pueden producirse quemaduras
  • Inspeccionar los zapatos diariamente antes de ponerlos en busca de piedrecitas u otros objetos que puedan producir heridas
  • Nunca caminar descalzo ni dentro ni fuera de casa


Por último, queremos insistir en la idea de que el pie diabético requiere largas y, en ocasiones, complicadas curas, y que si no es tratado a tiempo puede llevar a la amputación de la extremidad por lo que la prevención en esta materia es fundamental. 

!Revisa y cuida bien tus pies y acude a tu enfermera de Atención Primaria para una revisión especializada!


miércoles, 1 de octubre de 2014

El Helicobacter Pylori: un huésped indeseable


Introducción


Pocas cosas han cambiado tanto la medicina del aparto digestivo como el descubrimiento en 1983 de una bacteria que anida en el estómago y en el duodeno y que es la responsable de las úlceras gastroduodenales y la gastritis crónica (heridas e irritación, respectivamente, en las paredes del estómago o del duodeno). Ese cambio supone transformar unas afecciones consideradas como crónicas en algo que se puede curar de forma prácticamente definitiva…

Un poco de historia


En 1875 científicos alemanes descubrieron bacterias con formas espirales, o helicoidales, en el estómago humano, pero no pudieron aislarlas para su cultivo y estudio. En 1892 se hicieron sucesivos estudios por investigadores italianos y croatas, más completos, pero que tuvieron escaso impacto en los medios científicos.


En 1979 Robin Warren y Barry Marshall (investigadores australianos) comenzaron nuevamente con la investigación de estos microorganismos, consiguiendo aislarlos de las mucosas del estómago humano para su cultivo. Afirmaron que muchas de las úlceras estomacales y gastritis eran causadas por la colonización del estómago por esas bacterias y no por el estrés o la comida picante, como se creía hasta entonces.

Barry Marshall y Robin Warren
Sin embargo fue más recientemente, en 2005, cuando la comunidad médica reconoció que estas bacterias son las causantes de dichas afecciones del estómago, cambiando la opinión reinante hasta entonces de que las bacterias no podían anidar en un medio tan ácido como el estómago. Esto se logró mediante diversos estudios entre los que destaca aquel en el que Marshall bebió un cultivo de Helicobacter Pylori, desarrollando una gastritis y recuperando la bacteria de su propio revestimiento estomacal.

Posteriormente también descubrieron los antibióticos que son efectivos para el tratamiento, y por todo ello recibieron en 2005 el Premio Nobel de Medicina. Antes de este descubrimiento las úlceras se trataban con medicamentos para neutralizar la acidez, pero estas reaparecían al dejar el tratamiento. Asimismo se realizaban operaciones de estómago o duodeno para eliminar las lesiones.

¿Cómo es el HP? ¿Cómo actúa?


El origen del nombre de estas bacterias es evidente: Helicobacter, por su forma espiral, y Pylori (del latín, pylorus, que significa guardabarrera), que hace referencia la píloro, la apertura circular del estómago que conduce al duodeno.

Tiene un tamaño de 3 micras de largo (1 micra = 1 milésima de milímetro) y un diámetro de 0,5 micras, con 4 a 6 flagelos (apéndices filamentosos).

Con sus flagelos y su forma espiral, la bacteria taladra literalmente la capa mucosa del estómago o duodeno y produce una encima, la “ureasa”, que transforma la urea en amoniaco y dióxido de carbono (CO2); este exceso de amoniaco (un compuesto básico) es lo que protege a la bacteria del ácido clorhídrico del estómago y la permite mantenerse y prosperar en el aparato digestivo. Lamentablemente el amoniaco es tóxico y va a maltratar la superficie de las células epiteliales, provocando gastritis y al final el proceso de formación de las úlceras.


Vías de infección


Se adquiere en la infancia, trasmitida de persona, y es raro el contagio en edad adulta. Entra por la boca y pasa al aparato digestivo. Ha sido aislada en heces, saliva y placa dental. Otro medio de infección es por ingerir agua o alimentos contaminados e incluso el traspaso de fluidos de forma oral con una persona contaminada.

Es más común en condiciones de hacinamiento y con falta de saneamiento. En países subdesarrollados la principal vía de contagio es la fecal-oral, al ingerir agua contaminada por heces debido a las deficientes infraestructuras sanitarias.

Los animales domésticos no son portadores de la bacteria y por tanto no pueden transmitir la enfermedad.

Expansión de la enfermedad


En España una parte importante de la población es portadora del germen; se calcula que más del 50%, en adultos mayores de 50 años.


Se estima que más de dos tercios de la población mundial se encuentran afectados por la bacteria, siendo probablemente la infección bacteriana más frecuente en el mundo, con excepción de las caries. En el mundo occidental la proporción es de un 25% en promedio, siendo mucho mayor en el tercer mundo (hasta el 90% de la población adulta). Esta gran diferencia se atribuye a una mayor higiene y al mayor uso de antibióticos en los países ricos.

Se calcula que 1 de cada 10 portadores del germen desarrollarán una úlcera de estómago o duodeno en relación con la infección.

Síntomas


La infección puede se sintomática (con síntomas) a asintomática (sin efectos visibles en el enfermo). Un 70% no presentan síntomas, se trata normalmente de gastritis sin síntomas que no implica un riesgo para el paciente.

Cuando se presentan síntomas, nos podemos encontrar con:
  • Ardor o dolor de estómago
  • Nauseas y vómitos
  • Distensión abdominal, por la presencia de gases
  • Fatiga, cansancio
  • Migrañas
  • Sensación de saciedad, después de tomar una pequeña cantidad de comida
  • Pérdida de apetito
  • Pérdida de peso


¿Cómo de diagnostica el HP?


Existen dos tipos de métodos de diagnóstico: “Invasivos” y “No invasivos”.

Método invasivo: La gastroscopia.  Es un tipo de “endoscopia”. En esta prueba se introduce un tubo flexible de visualización (endoscopio) a través de la boca, esófago, estómago y duodeno. Durante la gastroscopia se pueden retirar pequeñas muestras de la mucosa del estómago, llamadas biopsias, que se colocan sobre un portaobjetos que contiene una pequeña cantidad de urea; si la urea se descompone, hay un cambio en el color alrededor de la biopsia, lo que indica la presencia del HP.

Métodos no invasivos: Prueba del aliento y analíticas (detección de anticuerpos en sangre). Entre todos el más efectivo es la prueba del aliento, que consiste en beber un líquido con sabor a limón, que es agua en la que se disuelve una pastilla de urea y, transcurridos 10 minutos, soplar en un pequeño tubo, similar a la prueba del alcoholímetro. El aire expirado va una bolsa plastificada, que se infla como un globo.


La toma de urea es mínima y además es una sustancia que tenemos en el cuerpo de forma natural. La urea está “marcada” con Carbono 14, así cuando reacciona con la encima del HP (la ureasa) se libera y puede ser medida en el aliento.

El resultado se puede saber a las pocas horas. Es una prueba cómoda y sencilla que sólo requiere estar en ayunas y no haber bebido agua.

Si la prueba da positivo se pone tratamiento y se vuelve a repetir al cabo de 1 mes de haber finalizado el mismo.

Erradicación y prevención


El tratamiento indicado consta de 3 medicamentos asociados: 2 antibióticos y un tercer fármaco que disminuye la producción de ácido en el estómago. Este tratamiento dura aproximadamente 10 días.

Como se ha indicado, una vez finalizado este tratamiento y tras esperar un mes, se repetirá la prueba. Es importante saber que la mayoría de las pruebas se alteran si se está tomando antibióticos o medicamentos para la úlcera (p.e. omeprazol), por ello se esperan 30 días antes de repetir la prueba y es preciso ser muy riguroso en este aspecto para evitar “falsos negativos”.

En el caso de no lograr la erradicación de la bacteria con el primer tratamiento, se suele administrar un segundo tratamiento que será distinto del primero para evitar la resistencia de la bacteria a los antibióticos.

Si el tratamiento ha sido efectivo es muy raro que se vuelva a contraer la enfermedad, por tanto no es preciso emplear ninguna medida especial de control ni precaución y tampoco es necesario estudiar a los familiares por si tienen también la infección.

La mejor manera de prevenir la infección por HP es la misma que la de cualquier otra infección intestinal:
  • Lavarse correctamente las manos antes y después de ir al WC y al manipular alimentos (ver al respecto un artículo anterior de nuestro blog: Salvar vidas está en tus manos)
  • Lavar bien las frutas y verduras antes de ingerirlas
  • No utilizar utensilios mal lavados o usados por otra persona sin lavarlos previamente
  • No tomar agua ni alimentos contaminados
  • No tocarse la boca con las manos sucias
  • No ingerir irritantes del estómago como tabaco, alcohol, picantes, etc.


Finalmente, también el consumo de alimentos vegetales naturales (ver imagen) puede estar muy indicado para actuar contra la infección por HP.


Y terminamos: adiós al huésped…!


Como decíamos al principio, la gastritis y la úlcera, que eran una maldición para las personas de mediana edad a mediados del siglo XX, se han convertido en enfermedades que en gran medida se pueden prevenir y, sobre todo, con un diagnóstico y curación bastante sencillos.

Y una buena noticia! Actualmente ya se está realizando la Prueba de Aliento en algunos centros de salud, y concretamente en nuestro centro, desde hace algunos meses. Esto facilita al paciente de la sanidad pública su acceso a la prueba, de por si rápida y sencilla. En tu centro de salud te pueden dar más información en todo lo relacionado con este artículo, resolviendo tus dudas sobre la prevención, diagnóstico y la correcta aplicación del tratamiento.

Y recuerda, el HP es un mal huésped… 

¡¡ pero es fácil ponerlo en la calle !!