miércoles, 18 de febrero de 2015

Disfagia: que comer no sea un mal trago (I)


Por Ángel Palacios Álvarez

La enfermera de Atención Primaria atiende en ocasiones a personas que por diversas razones tienen dificultades para tragar los alimentos y los líquidos de una manera natural. Este problema se denomina disfagia. Las personas con disfagia normalmente necesitan ayuda para poder alimentarse correctamente, y es a través de una adecuada información y de una serie de consejos adaptados a cada caso como su enfermera puede ayudar a su familia y a sus cuidadores y facilitar esta tarea. 

Esta semana queremos dedicar este espacio a realizar una breve revisión de esta alteración y a ofrecer algunos consejos para mejorar su abordaje cotidiano. 


El mecanismo de la deglución


Antes de entrar a contar lo que es la disfagia vamos a explicar brevemente los mecanismos de la deglución.

La deglución se puede definir como el paso de los alimentos desde la boca hasta el estómago.  Tiene dos fases diferenciadas. 

La primera fase es voluntaria y va desde el momento en que la comida entra en la boca hasta que la lengua lanza el alimento hacia la faringe. 

La segunda fase es involuntaria, y conduce el alimento de manera automatizada desde la faringe hasta el esófago y desde ahí hasta el estómago. En esta fase se da una compleja coordinación de músculos y nervios que comunican el sistema digestivo con el cerebro, que activan un mecanismo llamado reflejo deglutorio. 


¿Qué es la disfagia?


La disfagia se puede definir como la alteración en la capacidad de tragar o deglutir que sufre una persona debido a diversos motivos. Esta dificultad de tragar incluye tanto los alimentos sólidos como líquidos, siendo habitual en algunos casos que los pacientes se atraganten con su propia saliva. 

El reflejo deglutorio es un mecanismo muy preciso que se activa en la fase involuntaria, que cierra el acceso a las vías respiratorias (elevando la laringe hacia la base de la lengua y cerrando la epiglotis) durante unas décimas de segundo, el tiempo preciso para que el bolo alimenticio pase al esófago. 

El bolo pasando de la boca al esófago

Si existe una alteración en este mecanismo el alimento o los líquidos pueden pasar a los pulmones, provocando una aspiración del paciente. Esto puede provocar que la persona deje de comer por la dificultad, lo que le conduciría a la deshidratación y la desnutrición. También es frecuente el atragantamiento del paciente y la infección respiratoria que conlleva la aspiración repetida. 


¿Qué puede producir la disfagia?


Existen múltiples factores que pueden dificultar la capacidad de una persona de tragar adecuadamente. Estos factores pueden causar una alteración de los nervios o de los músculos que intervienen en la deglución, o pueden afectar a los sistemas cerebrales que envían las ordenes a dichos músculos. 


Algunas de las patologías y cirugías que pueden causar una disfagia son: 
  • Cáncer de cuello, lengua y otros localizados en la zona del cuello y tórax
  • ACVA (accidente cerebrovascular)
  • Enfermedad tiroidea
  • Cirugía de cuello y tórax
  • Enfermedad de Parkinson y de Alzheimer
  • Reflujo gastroesofágico y acalasia 
  • ELA (esclerosis lateral amiotrófica)
  • Miastenia gravis
  • Amigdalitis 
  • Enfermedad de Wernicke

Además, el envejecimiento natural de la persona puede provocar una alteración en el reflejo deglutorio y dificultar la deglución.


¿Cómo se identifica una persona con disfagia?


Existen varios signos y síntomas de alarma que pueden ayudar a identificar a la persona que tiene problemas de deglución:
  • Atragantamientos frecuentes
  • Tos y carraspeo constante durante y después de las comidas (más habitual tras tomar líquidos)
  • Cambios en el tono de voz tras las comidas (voz húmeda, afonía, ronquera)
  • Comer mucho más despacio de lo habitual
  • Mantener la comida en la boca, moviéndola entre los carrillos
  • Necesidad de tragar varias veces una misma porción de alimento
  • Presencia de residuos de comida en la boca
  • Babeo frecuente
  • Desinterés por la comida debido al esfuerzo que significa para la persona comer
  • Cambios en los hábitos de alimentación (el paciente rechaza algunos alimentos que antes tomaba pero que ahora evita porque le produce atragantamientos)
  • Neumonías de repetición

Cuando el paciente presenta estos signos es importante identificar el problema primario que causa la disfagia. Aunque la mayor parte de las veces la disfagia se convertirá en una alteración crónica, tratar el problema que lo causa puede mejorar la calidad de vida del paciente.


Consejos para evitar el atragantamiento


Una vez que se ha detectado la disfagia debemos considerar que una actividad sencilla como comer es una situación compleja y, en algunas ocasiones, peligrosa para el paciente. A la hora de la comida se debe tener en cuenta:


Preparación del entorno: Es importante preparar el entorno donde se va a realizar la comida eliminando elementos que puedan distraer al paciente, como son la televisión, la radio, niños o personas hablando. Además es fundamental asegurarse que la persona esté completamente despierto y tranquilo antes de comenzar la comida. Así mismo, se debe evitar que hable mientras que come.

Postura para comer: El paciente debe estar sentado de una manera correcta con la espalda tan recta como sea posible. Si no pudiera levantarse de la cama para comer deberá colocarse lo más incorporado posible. Para ello podemos elevar el cabecero de la cama, si es articulada, o ayudarnos de almohadas para conseguir esta postura.

La postura de la cabeza recomendada para comer cuando se sufre disfagia es con la cabeza ligeramente inclinada hacia delante en el momento de tragar, acercando la barbilla al centro del pecho. Esto facilita el paso del alimento directamente al esófago, protegiendo la vía aérea, debido a la posición anatómica del mismo. Se puede decir al paciente que intente comer mirándose al ombligo. Esta postura la debe utilizar siempre que coma o beba durante el día.

Nunca debemos dar de comer al paciente si la cabeza está inclinada hacia atrás ya que esta postura hace más fácil el paso de la comida a la tráquea y su consecuente atragantamiento.

Mejor comer solo: Muchas personas con disfagia necesitan ayuda a la hora de comer. Pero aquellos que pueden comer por si mismos es recomendable que lo hagan, ya que de esta manera tienen mayor control sobre la cantidad de alimento que toman y la velocidad con la que comen, y disminuye el riesgo de atragantamiento. Aunque coman solos, siempre es aconsejable que lo hagan bajo la vigilancia de un familiar o un cuidador que pueda asistir al paciente en caso de atragantamiento.

Prótesis dentales: Es importante ajustar adecuadamente las prótesis dentales del paciente para mejorar la masticación y evitar más complicaciones durante la comida. Si no fuera posible colocarlas bien fijas se aconseja retirarlas y adaptar la comida en su lugar.

Tiempo de la comida: Estos pacientes requieren más tiempo para comer, y el familiar que le de la comida debe tenerlo en cuenta y ser paciente. Nunca se debe apremiar al paciente. El estrés es un elemento que no facilita la comida. Se deben programar las comidas en momentos en que esté tranquilo y descansado. Hay que entender que en muchos casos comer se convierte en una actividad agotadora para ellos.

Cucharas, pajitas y jeringas: Es importante introducir en la boca pequeñas cantidades cada vez ya que pequeños volúmenes son más fáciles de controlar en la boca y de tragar. Por esto es preferible utilizar cucharillas pequeñas, de café o postre, para meter la comida en la boca. Parece ser que el contacto de la cucharilla con lengua favorece el reflejo deglutorio.

Nunca se deben utilizar jeringas ni pajitas para dar la comida pues dificultan el control del alimento en la boca al no entrar en contacto primero pon la parte delantera de la lengua. El uso de estos dispositivos favorece el atragantamiento pues al sorber con la pajita o al empujar con la jeringa se puede hacer más fuerza de la precisa y provocar que parte del alimento pase directamente en la garganta.

Acabar un bocado antes de tomar otro: El cuidador debe asegurarse de que cada cucharada de alimento ha sido ingerida completamente antes de darle otro bocado. En ocasiones, estos pacientes no son capaces de tragar todo de una sola vez y necesitan varios intentos para tragar todo el contenido de la boca. Debemos ser pacientes. Si no traga todo y se le da más puede llegar a acumular una gran cantidad en los carrillos y bajo la lengua que puede tragar al tumbarse y provocar una aspiración.


Después de la comida


Tras la comida el paciente no debe tumbarse hasta que hayan pasado entre 30 y 60 minutos. Si se tumba antes podría presentar un episodio de reflujo, volviendo la comida desde el estómago hasta la boca, pudiendo entrar en la vía respiratoria. 

Es importante que el cuidador se asegure de que tras la comida no queden restos dentro de la boca que puedan provocar un atragantamiento al tumbarse. Si los hubiera habría que retirarlos con cuidado.  

No se debe olvidar la higiene de la boca después de cada comida. Hará que el paciente se sienta más cómodo a la vez que evitaremos la proliferación de bacterias y hongos que pueden llegar a la vía respiratoria y causar una infección en los pulmones.


Adaptación de la dieta a la disfagia


Los pacientes con disfagia mantendrán una dieta variada y equilibrada pero deben adaptarla para que la comida tenga una consistencia uniforme y suave, fácil de tragar. Para ello el médico especialista indicará la textura más adecuada a cada caso, aquella que provoque menos atragantamientos. 

Se indican las siguientes medidas dietéticas:
Evitar dobles texturas como las sopas
  • Hacer varias comidas al día de pequeñas cantidades
  • Las comidas no deben prolongarse más de media hora ya que son muy cansadas para el paciente
  • Ofrecer un plato único por comida
  • Tomar platos muy nutritivos para que en poco tiempo se consuman las máximas calorías
  • Adaptar la consistencia de los alimentos según la indicación del médico usando espesantes, triturando la comida, etc.
  • Conseguir platos con texturas homogéneas y suaves
  • Evitar dobles textura en un mismo plato (sopa, sólidos y líquidos en una misma cucharada)
  • Evitar alimentos muy duros (almendras), secos (pan tostado), pegajosos (pasteles), fibrosos (piña) o que desprendan líquido al morderlos (ciruela)
  • Especial atención a los alimentos que contengan elementos ocultos como espinas, huesos, semillas, etc.
Obtenga más información en nuestro artículo: Convivir con la disfagia: ¿qué comemos hoy?

Consistencia de los líquidos


Los líquidos suelen representar un problema por lo que debemos adaptar su consistencia para que puedan ingerirlos. Existen varias texturas (pudding, miel o néctar) que se pueden conseguir añadiendo espesantes según lo especificado por el especialista. Los espesantes no solo se añadirá al agua sino a todos los productos líquidos como refrescos, infusiones o zumos. Estos espesantes se deben adquirir en la farmacia. 

Los pacientes con disfagia nunca deben tomar las gelatinas que encontramos en los supermercados pues se convierten rápidamente en agua al entrar en la boca lo que puede llevar a un atragantamiento.


Podemos evitar un mal trago...


Esperamos que estos consejos puedan ayudar a los familiares a mejorar la alimentación de los pacientes que sufren de disfagia. Pero siempre es aconsejable acudir a su centro de salud en busca de ayuda y más información.

Recuerde que su enfermera puede valorar al paciente y realizar un seguimiento adecuado de su alimentación, mejorando en lo posible su calidad de vida.


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