miércoles, 16 de septiembre de 2015

Cadena de frío: cuando la enfermera es el eslabón más fuerte


Por Ángel Palacios Álvarez

La vacunación de la población es una de las actividades clave que realiza la enfermera de Familia y Comunitaria en su día a día. Su labor a este respecto consiste en informar al paciente sobre el propósito de la vacuna, su eficacia, sus beneficios, sus posibles efectos adversos, las dosis que necesita, además de encargarse de su correcta administración y registro en la historia clínica. 

Pero, además, la enfermera realiza un importantísimo trabajo al ser responsable, en muchos casos, del correcto mantenimiento de la cadena de frío de las vacunas del centro sanitario. Si la cadena de frío se rompe la eficacia de las vacunas puede alterarse o incluso perderse por completo, con lo que disminuirá su eficacia sobre la inmunidad de la población ante la enfermedad contra la que se quiere luchar. 

Las enfermeras son muy conscientes de la importancia del mantenimiento de la cadena de frío, conociendo cuales son los elementos clave de esta tarea. Esta semana queremos dedicar este espacio a dar un breve repaso de las actividades principales a tener en cuenta para que todas las vacunas del centro se administren en su estado de conservación óptimo. Esperamos que os resulte interesante.


La cadena de frío


El mantenimiento de la cadena de frío es el proceso mediante al cual un producto termosensible mantiene su temperatura dentro de unos parámetros concretos desde su producción hasta su consumo. Las vacunas son uno de estos productos sensibles a la temperatura, y en su caso la cadena de frío debe mantenerse desde su producción en los laboratorios hasta su administración a la población en los diferentes centros de vacunación.

Este proceso se llama cadena porque las distintas fases que implica, transporte, distribución, almacenamiento, manipulación y administración, son verdaderos eslabones que deben mantenerse unidos firmemente, y que de alterarse la temperatura de las vacunas en alguno de ellos afectaría a su inmunogenicidad. Las vacunas pueden inactivarse y volverse ineficaces no solo con los cambios de temperatura sino también con los cambios de humedad o de luz (sin olvidar su caducidad que debe cumplirse estrictamente).


El responsable de vacunas


En cada centro de vacunación debe designarse un responsable de vacunas, quien será la persona encargada del mantenimiento de la cadena de frío desde la recepción de las vacunas hasta su administración. En muchos casos, esta persona responsable es una enfermera, debido a que está en contacto directo con las vacunas y, como hemos dicho, se encarga de su administración. 

El responsable de vacunas debe ser una persona formada en los aspectos relacionados con la cadena de frío, debe conocer las vacunas y sus características, y los protocolos de actuación ante situaciones de rotura de la cadena de frío.

Además, esta enfermera tendrá una serie de tareas periódicas muy importantes que hará que todo este proceso tenga una calidad asegurada. Entre las tareas más importantes están: 

  • Recibir las vacunas en el centro, comprobando la temperatura durante del transporte.
  • Almacenarlas en las condiciones óptimas.
  • Comprobar el correcto funcionamiento de los frigoríficos de almacenaje.
  • Comprobar la cantidad de vacunas de que se dispone y realizar el pedido correspondiente.
  • Comprobar las caducidades de las vacunas.
  • Registrar diariamente las temperaturas máximas y mínimas del frigorífico.
  • Informar sobre incidentes con las vacunas.
  • Ofrecer sesiones al equipo sobre actualizaciones en vacunas. 

Es muy importante que en el centro de salud haya varias personas que estén formadas y conozcan las funciones del responsable de vacunas, y que, en su ausencia, sean capaces de asumir sus funciones.

El trabajo del responsable de vacunas es, como otras muchas tareas que realizan las enfermeras de Atención Primaria, una labor muy importante pero que en muchos casos pasa desapercibida o no es valorada en su justa medida.


Recepción de las vacunas


Cuando las vacunas llegan al centro de salud, el responsable debe encargarse de:
  • Comprobar que las vacunas recibidas corresponden con el pedido en tipo y cantidad.
  • Comprobar el estado de las vacunas, y que sus envases están en buenas condiciones, asegurándose de que las fechas de caducidad son correctas.
  • Verificar que los monitores de transporte del interior de las neveras ofrecen una lectura correcta (estos monitores recogen las temperaturas máximas y mínimas durante el transporte).
  • Rellenar y firmar el formulario de recepción de las vacunas.
  • Almacenar las vacunas en los frigoríficos correspondientes, colocándolas por orden de caducidad, de manera que se acceda con mayor facilidad a las vacunas más antiguas.

Si se produjera cualquier incidencia durante esta recepción se debe comunicar al distribuidor inmediatamente, a la vez que a los servicios de Salud Pública correspondientes.


Almacenaje y conservación de las vacunas


Las vacunas necesitan una serie de revisiones diarias para asegurar su correcto almacenaje y conservación. Las tareas del responsable de vacunas a este respecto son:
  • Comprobar que las temperaturas del frigorífico no han sobrepasado los límites del rango de conservación. Las vacunas se deben mantener en un rango de temperaturas entre 2ºC y 8ºC. El termómetro de máximas y mínimas debe estar colocado correctamente, accesible sin abrir la puerta del frigorífico y con la sonda situada en el centro del mismo, separado de las paredes y del hielo (no existe consenso de los expertos sobre si la sonda debe situarse en un medio líquido o colgando sin contacto).
  • Registrar la temperatura máxima y mínima del turno en la gráfica de temperaturas y resetear el termómetro.
  • Verificar que el frigorífico solo contiene vacunas, medicamentos termosensibles y acumuladores de frío (en ningún caso se puede utilizar el frigorífico para guardar comidas y bebidas). Se recomienda tener acumuladores de frío (pudiendo ser botellas de agua salina) en la parte inferior del frigorífico para que, en caso de avería del frigorífico, se mantenga la temperatura durante unas horas. Además, permitirán estabilizar la temperatura cada vez que se abra la puerta.
  • Examinar las fechas de caducidad de las vacunas, comprobando que no están caducadas y que están colocadas en el frigorífico por orden de antigüedad.
  • Revisar que las vacunas están colocadas adecuadamente por orden de termosensibilidad (ver epígrafe más abajo).
  • Comprobar que las vacunas están protegidas de la luz y de la humedad, y que no están colocadas en la puerta del frigorífico.
  • No permitir que la cantidad de vacunas almacenadas sobrepase el 50% de la capacidad total del frigorífico, consiguiendo así una estabilidad en la temperatura y la circulación de aire (lo que evita la condensación).
  • Evitar que se forme hielo o escarcha dentro del frigorífico. Esto se consigue a través de una correcta limpieza de las paredes. Cuando el frigorífico tiene hielo disminuye su capacidad de enfriamiento y su estabilidad térmica.
  • Comprobar que la puerta del frigorífico quede siempre bien cerrada. Se recomienda abrir el
    frigorífico las menos veces posibles durante el turno, y que cuando se abra sea el menor tiempo posible.
  • Verificar que cada estante tiene un cartel que indica que vacunas contiene, que ayude a localizar las vacunas lo antes posible (incluso antes de abrir la puerta si esta es de cristal). Se recomienda tener cerca del frigorífico un esquema gráfico de la colocación de las vacunas dentro del mismo.
  • Confirmar que situación del frigorífico es la adecuada, separado 10 centímetros de la pared por todas sus caras, alejado de fuentes de calor y de la luz directa del sol. Además, debe estar enchufado directamente a la red eléctrica y nunca a una regleta de enchufes. Debido al gran valor del contenido del frigorífico se recomienda que esté conectado a un sistema de emergencia eléctrico para evitar la ruptura de la cadena de frío.


Colocación de las vacunas según su termosensibilidad


Las vacunas deben ubicarse dentro del frigorífico de una manera específica a fin de conservarlas adecuadamente. Para ello debemos seguir las siguientes indicaciones:

  • La vacunas termolábiles se deben almacenar en las zonas más frías del frigorífico. Estas vacunas son aquellas a las que afecta fácilmente el calor. Las vacunas de este tipo más frecuentes en nuestras neveras son Polio Oral y Triple Vírica. Se sabe que la pérdida de eficacia de estas vacunas por subidas de la temperatura es acumulativa.
  • Las vacunas sensibles a temperaturas inferiores a 0ºC se situarán en la zona menos fría del frigorífico. Son vacunas que pierden su efectividad cuando se congelan por lo que hay que mantenerlas alejadas de las paredes interiores y de zonas con hielo. Las vacunas de este tipo más frecuentes en nuestras neveras son Difteria, Tétanos, Pertusis, Haemophilus Influenzae Tipo B, Hepatitis A, Hepatitis B, Meningococo conjugada C, Polio inactivada, Gripe y Neumococo polisacárida.


Transporte de las vacunas


En algunas ocasiones es necesario transportar las vacunas fuera del centro de salud, ya sea para su uso inmediato o para cederlas a otros centros de vacunación (por ejemplo, es habitual que cuando un centro agota las existencias de una vacuna que necesita de manera inmediata, le pida un número pequeño de ellas a un centro próximo).

En estos casos, se debe utilizar un contenedor térmico adecuado, que suele ser una nevera tipo camping, provista de acumuladores de frío. Estos deben estar colocados de tal manera que no estén en contacto directo con las vacunas transportadas (se pueden separa con una placa de corcho blanco). 

Si el transporte es largo, se recomienda el uso de un termómetro de máximas y mínimas (o cualquiera de los indicadores de temperatura de transporte específicos que existen en el mercado) que nos asegure que se ha preservado la cadena de frío.


Ruptura de la cadena de frío


Si por cualquier motivo, se interrumpe el suministro eléctrico del frigorífico, y nos damos cuenta a tiempo, se debe evitar abrir la puerta para mantener el mayor tiempo posible el rango adecuado de temperatura para las vacunas. 

Si no se abre el frigorífico, este podrían mantener las vacunas correctamente refrigeradas hasta 6 horas sin recibir corriente eléctrica. Una vez que se comprueba que no se va a poder restaurar la corriente eléctrica a tiempo, se deben trasladar lo más rápido posible las vacunas a un lugar adecuado (otro frigorífico en el mismo centro o en otro) manteniendo estrictamente la cadena de frío.

En otras ocasiones, cuando el frigorífico se avería o se pierde el suministro eléctrico no estamos presentes. Al mirar el termómetro de máximas y mínimas nos daremos cuenta de que se ha roto la cadena de frío.  En este caso, se deben inmovilizar todas las vacunas, pasándolas a otro frigorífico adecuado lo antes posible, pero sin posibilidad de ser utilizadas. 

Entonces debemos notificar lo antes posible la incidencia al Servicio de Prevención del Servicio de Salud Pública correspondiente, indicando que ha sucedido, que temperaturas marcaba el frigorífico, que vacunas contenía y cuanto tiempo ha estado sin suministro. No se podrán utilizar estas vacunas hasta que el Servicio de Prevención valore y comunique que vacunas se deben desechar y cuales se pueden utilizar. 


Inspección de los frigoríficos


Los Servicios de Prevención del Servicio de Salud Pública de cada región son los encargados de velar por el correcto mantenimiento de la cadena de frío de todos los centros de vacunación. Por ello, periódicamente realizan una inspección del estado de conservación de las vacunas y de los frigoríficos de almacenamiento, tras la que generan un informe técnico con una serie de recomendaciones y consejos para mejorar los sistemas de conservación. 


Durante la inspección el técnico de Salud Pública cumplimentará un formulario que valora todos los aspectos expuestos durante este artículo, poniendo especial énfasis en la comprobación de la exclusividad del frigorífico para vacunas, conexión a la red eléctrica, porcentaje de ocupación, colocación de las vacunas según termosensibilidad, presencia de hielo, averías recientes, correcto funcionamiento del termómetro, localización de la sonda, y gráfica de registro de temperaturas.


La enfermera: el eslabón más fuerte de la cadena de frío


Dada la importante labor que supone el mantenimiento de la cadena de frío y la adecuada conservación de las vacunas en el centro de salud, podemos decir que tanto la enfermera responsable de vacunas como el resto de enfermeras que las administran cumplen una función esencial y en muchos casos poco reconocida. Es fundamental conocer todo el proceso y el trabajo que conlleva para poder apreciar este esfuerzo. Por ello, es necesario que todos los enfermeros estemos formados y actualizados en un tema tan complejo y cambiante como son las vacunas, para poder ejercer correctamente nuestra función cada día.

¡La enfermera de Atención Primaria, tu principal referente en la administración y conservación de las vacunas!



Damos las gracias al Servicio de Prevención y al personal del Área 7 del Servicio de Salud Pública de la Comunidad de Madrid por su gran aporte de información y su apoyo en la redacción de este artículo.


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