jueves, 21 de enero de 2016

Corazón roto: algo más que poesía


Por Olga Álvarez Montes

Hoy por hoy, la relación entre las emociones y la salud es indiscutible. Mientras que las emociones positivas pueden ayudar a facilitar la recuperación de determinadas enfermedades tanto físicas como mentales, las negativas, como la ansiedad, el estrés, la tristeza etc... pueden desencadenar otras tantas, como es el caso del llamado síndrome del "corazón roto"o miocardiopatía por estrés, en la cual se produce un debilitamiento grave de las paredes de éste que puede provocar un fallo cardiaco con los mismos síntomas que un infarto de miocardio, pero por lo general con consecuencias menos graves.

La frase «se me ha roto el corazón» no es tan solo un desvarío romántico. Una ruptura, la muerte de un familiar o un disgusto grave pueden ponernos al borde de un ataque cardiaco. Por suerte,por lo general, de carácter leve.

El síndrome de Tako-Tsubo: síndrome del "corazón roto"


El síndrome de disfunción apical transitoria o miocardiopatía por estrés tipo Tako-Tsubo es una patología aún poco conocida y aún existen muchas incógnitas al respecto.

Fue descrita por primera vez en los años 90 en Japón. Se le denominó Tako-Tsubo porque así se llama una vasija, abombada y con el cuello estrecho, usada tradicionalmente entre los pescadores nipones para atrapar pulpos, a la que se parece la forma que adopta el corazón en los pacientes que sufren este síndrome.


La enfermedad se caracteriza por cursar de forma parecida a un infarto de miocardio, con una debilidad cardiaca transitoria, en la cual la parte del corazón afectada (el ventrículo izquierdo) adquiere una forma similar a la de la vasija. Se produce en personas sin estrechamiento de las arterias coronarias y su pronóstico es generalmente benigno, con una mortalidad intrahospitalaria inferior al 5 por ciento, pero pueden producirse complicaciones graves en uno de cada cinco casos. Sin embargo, casi todos los enfermos se recuperan completamente de la debilidad cardíaca tras unas semanas.

En el 90 por ciento de los casos, esta enfermedad viene provocada por un estrés muy fuerte y súbito. Algunos estudios muestran que ese estrés intenso produce la liberación repentina de grandes dosis de catecolaminas, unas sustancias similares a la adrenalina que, a dosis muy altas, tienen un efecto tóxico sobre el corazón. 



La adrenalina y otras catecolaminas son sustancias que producen respuestas en nuestro cuerpo cuya función es permitirnos escapar a los depredadores como la dilatación de las pupilas, el aumento de la frecuencia respiratoria, el estrechamiento de los vasos periféricos, la sudoración o el aumento de la presión arterial. En el corazón, esto se traduce en un aumento de la frecuencia cardiaca y en una contracción del corazón más fuerte de lo habitual provocando un daño generalmente reversible en el músculo cardiaco.

Síntomas


Desde que se describió la miocardiopatía por estrés se está viendo que no es una enfermedad tan rara como se creía inicialmente. Se calcula que en torno al 2 por ciento de los pacientes que presentan un ataque al corazón padece esta patología. Aunque no suelen presentarse secuelas, en hasta uno de cada diez enfermos se producen recidivas, generalmente por nuevos episodios de estrés, sobre todo si son muy fuertes y bruscos.

El síntoma más habitual es un dolor torácico similar al que presentan los pacientes con infarto:

  • Dolor de pecho 
  • Dificultad para respirar 
  • Dolor de brazo, 
  • Sudoración 

aunque también puede debutar con otras molestias como  la pérdida de conocimiento y, en casos extremos, la parada cardiaca.

Diagnóstico adecuado


Como los pacientes que sufren un Tako-Tsubo padecen unos síntomas similares a los del infarto de miocardio y, además, las alteraciones que se producen en el electrocardiograma y en la ecografía de corazón son parecidas a las de los pacientes con infartos agudos de miocardio, con frecuencia se puede producir un diagnóstico inicial equivocado.

La discinesia apical transitoria ha pasado de ser una curiosidad a ser una patología cada vez más diagnosticada. En una revisión publicada recientemente en The American Journal of Cardiology,  donde se analizaron los resultados de 4.551 pacientes que habían sido sometidos a un cateterismo, se estimó una prevalencia del 0,7%. Los autores del estudio, subrayan que la incidencia de la enfermedad parece mayor a la esperada, enfatizando en la necesidad de estar alerta ante esta nueva enfermedad, a fin de poder diagnosticarla correctamente.

La clave para un diagnóstico correcto suele ser el antecedente de un fuerte y repentino estrés y la ausencia, por lo general, de los factores de riesgo cardiovascular clásicos: tabaquismo, hipertensión arterial, hiperlipemia y diabetes.

Para diagnosticar el síndrome de corazón roto se suele realizar una angiografía. Esta proporciona imágenes de los principales vasos sanguíneos que irrigan el corazón. Durante un ataque al corazón, una o más arterias han sido bloqueadas. En cambio, durante el síndrome de corazón roto los vasos sanguíneos permanecen estables.

Así mismo, también se lleva a cabo un ecocardiograma. El ecocardiograma es una prueba diagnóstica que ofrece una imagen en movimiento del corazón. Mediante ultrasonidos, aporta información acerca de la forma, el tamaño y la fuerza del corazón, el movimiento y grosor de sus paredes y el funcionamiento de sus válvulas.

Tratamiento


Respecto al tratamiento, al ser una patología recientemente descrita, no existe mucha información de su utilidad y eficacia. Lo que más se utiliza son fármacos que bloquean la acción de la adrenalina y de otras sustancias similares, los betabloqueantes. En cualquier caso, el curso de la enfermedad suele ser benigno, con una recuperación rápida y completa en la mayoría de los pacientes.



Y una vez producida esta recuperación completa no es necesario tomar ningún tratamiento farmacológico y lo único que se recomienda es que los pacientes intenten evitar, en la medida de lo posible, situaciones de gran estrés súbito en el futuro. Pero, por desgracia, es fácil decirlo pero no suele ser algo que podamos controlar siempre.

Mujer y corazón



Una revisión publicada este año en European Heart Journal, en la que se recogen los datos de 14 estudios, aporta importante información sobre esta nueva patología. La incidencia es aproximadamente del 2% de todos los infartos y la mayoría de los casos están descritos en mujeres postmenopaúsicas. 

El paciente prototípio sería una mujer posmenopáusica de entre 60 y 75 años, con pocos o ningún factor de riesgo cardiovascular (es decir, no fumadora, con colesterol, tensión y azúcar normales) y que sufre un episodio de gran estrés (psíquico o físico). Los problemas psicológicos más frecuentemente asociados a este cuadro son la muerte de un familiar, el diagnóstico de una enfermedad grave, los cada vez más frecuentes problemas económicos , el miedo, la ira, los conflictos en las relaciones con familiares o amigos etc... Los fatores físicos incluyen enfermedades agudas como el ictus, los ataques de asma y tratamientos como las cirugías o la quimioterapia. Aunque se ha investigado mucho sobre el tema, se desconoce por qué es tan frecuente entre las mujeres, aunque algunos estudios apuntan a la ausencia de protección de los estrógenos.


¿Cómo sanar un corazón roto?



Una de las formas que resultan más adecuadas en la mayoría de los casos para evitar llegar a situaciones tan extremas que pongan en peligro incluso nuestra vida es exteriorizar el dolor, buscar ayuda,cuidarse, evitar las relaciones tóxicas, aprender a cerrar la puerta y seguir caminando, el dolor se irá suavizando con el tiempo y llegaremos a superar la situación de duelo.

Apoyarse en la gente que nos quiere y pensar que todo acabará pasando.

En la siguiente página del ministerio de sanidad podéis encontrar diversos test de autoevaluación sobre estrés, ansiedad, tristeza etc muy interesantes así como pautas y consejos sobre cómo actuar para conseguir un mayor bienestar emocional: http://www.bemocion.msssi.gob.es/



No lo dudes, busca ayuda. Tu enfermera te puede ayudar, aunque a lo mejor...

¡ Ella también tiene roto el suyo!


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