jueves, 19 de junio de 2014

Un veneno llamado sal


Por Olga Álvarez Montes

La vida no sería posible sin el sodio, uno de los componentes que forman parte de la llamada sal común o cloruro sódico.

El sodio es necesario para que nuestro organismo funcione con normalidad, de manera que es vital para regular fluidos, mantener la hidratación introduciendo agua en el interior de las células, controlar el Ph sanguíneo etc. También es necesario, entre otras cosas, en la transmisión de los impulsos nerviosos y la relajación muscular.

No obstante, por lo general, consumimos más cantidad del que necesitamos, ya sea a través del consumo de sal común o del presente en alimentos precocinados formando parte de aditivos, potenciadores del sabor o conservantes.

El exceso del consumo de sal conlleva importantes riesgos para nuestra salud, como la conocida hipertensión arterial y en consecuencia el aumento de las enfermedades cardiovasculares y renales.

Diferentes instituciones sanitarias como la OMS, la Comisión Europea y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), alertan del consumo excesivo de sal en la dieta y recomiendan reducir este a:
  • 5 gramos al día en adultos (una cucharadita de café colmada)
  • 3 gr al día en niños menores de 7 años
  • 4 gr al día en niños con edades comprendidas entre 7 y 10 años

La población española consume el doble de la sal recomendada, casi 10gr al día, con el consiguiente perjuicio para la salud que esto conlleva.

En la consulta de enfermería asesoramos a los pacientes normotensos e hipertensos sobre la importancia de la reducción de este denominado “veneno blanco” para evitar las temidas complicaciones cardiovasculares.
   

Sal visible e invisible


De la sal que ingerimos habitualmente, sólo el 20% correspondería a la que añadimos en el cocinado y condimentado de los alimentos, que es la que conocemos como “sal visible”.

El resto, un 80%, forma parte de la denominada “sal invisible”, de la que un 8% la constituye la sal que contienen los alimentos de forma natural, mientras que el 72 % restante es la presente en los alimentos transformados (precocinados, snacks, quesos, cereales…)

Calcular con exactitud la sal que consumimos a diario se vuelve pues una tarea complicada, pues ya no se trata solamente de reducir el uso del salero, sino de saber lo que comemos, de manera que elijamos productos lo más naturales posibles, que ya de por sí tienen sodio suficiente para las necesidades de nuestro organismo y desechemos aquellos alimentos elaborados que contengan mucho sodio en su composición.


La importancia de las etiquetas



Para saber esto último es muy importante saber leer el etiquetado de dichos productos. Mediante el etiquetado nutricional se garantiza el derecho a la información de los consumidores y a la protección de la salud. En el etiquetado pueden aparecer mensajes que indiquen propiedades beneficiosas del alimento en comparación con otros productos del mercado. Esto es lo que se conoce como “declaraciones nutricionales”, y en cuanto al contenido en sal nos podemos encontrar con cuatro tipos:
  • Contenido reducido en sodio/sal: 25% menos 
  • Bajo contenido de sodio/sal: no más de 0,12gr/0,30gr por 100gr o ml.
  • Muy bajo contenido en sodio/sal: no más de 0,04gr/0,10gr por 100gr o ml.
  • Sin sodio o sin sal: no más de 0,005gr/0,01gr por 100 gr o ml.


A partir del 13 de Diciembre del 2016 será obligatorio en la Comunidad Europea que todos los alimentos envasados lleven incorporada la información nutricional. Entre las novedades del nuevo etiquetado se encuentra la obligación de especificar el contenido de sal del alimento, no el de sodio, como se viene haciendo hasta ahora. En el momento actual, para saber la cantidad de sal hay que multiplicar el sodio por 2,5.


La cultura de la sal


La sal es el primer condimento utilizado por el hombre. Su papel ha sido fundamental en la conservación de los alimentos.

Durante siglos ha sido considerada un bien muy preciado, conocida como “oro blanco”.
El curso de la historia ha estado condicionado en numerosa ocasiones por su obtención y comercio.

El gusto por lo salado es algo adquirido, de manera que se puede modificar si reducimos su consumo de forma gradual.

Un ejemplo de esto es la reducción progresiva que se ha ido realizando en el pan, tras un acuerdo del Gobierno español en 2004 con la patronal CEOPAN.

Se disminuyó la cantidad de sal de 22 a 16,3 gramos por kilo de harina en cuatro años, sin que el usuario apenas lo notase y sin repercusión en el consumo de este alimento básico.

Si desde la infancia acostumbramos a nuestros hijos a consumir alimentos con poca sal, de adultos tendrán preferencia por alimentos menos salados.


Recomendaciones para reducir su consumo


  • Tomar con frecuencia alimentos frescos
  • Reducir al máximo conservas y precocinados
  • No añadir sal en el cocinado sino cuando el plato esté preparado(una pequeña cantidad por encima engañará a nuestras papilas gustativas y nos dará sensación de salado)
  • No utilizar el salero en la mesa
  • Utiliza otros condimentos como especias, ajo, limón…
  • Evitar abusar de ahumados y salazones
  • Cuidado con los aperitivos salados, sopas de sobre, cubitos de caldo, salsas (kétchup, soja, mostaza…).
  • Leer las etiquetas nutricionales de los alimentos elaborados.
  • En restaurantes indicar que nos pongan poca sal.
  • Cuidado con bebidas carbonatadas (con gas), fármacos efervescentes… por su contenido en sodio.


Calcula tu ingesta de sal



El Plan Cuídate del Ministerio de Sanidad nos proporciona una aplicación para calcular nuestra ingesta aproximada de sal según nuestros hábitos alimenticios. Puedes acceder a esta mediante el siguiente enlace:





Nos despedimos con un vídeo de la Fundación Española del Corazón que resume muy bien lo que os hemos contado.





Recuerda: No le des mucho al salero, conoce lo que comes y pon la sal justa en tu vida.


3 comentarios:

  1. Muy buen artículo Olga.

    No nos damos cuenta de la cantidad de alimentos preparados que contienen sal en exceso para conseguir que sean más sabrosos y así captarnos como consumidores, al igual que ocurre con el azúcar que se añade en exceso a prácticamente todos los alimentos elaborados, en este caso para provocar una adicción a los mismos.

    Como bien comentas la importancia de la sal en la antigüedad ha sido extrema, de hecho la palabra "salario" procede precisamente de la sal, puesto que en muchos trabajos se pagaba con sal ya que era, en algunas comarcas, la única manera de poder conservar las carnes y los pescados.

    Un saludo Olga.

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  2. Genial Olga por ponernos al día. Nos acostumbran a hacer las comidas si sal para niños o enfermos, sin embargo el resto no ponemos tanto interés, y nos podría prevenir muchas enfermedades.
    Saludos

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