miércoles, 17 de septiembre de 2014

Insulinoterapia: cómo se conserva y administra correctamente la insulina




Año tras año el número de personas que precisan de insulinoterapia para controlar su diabetes va desgraciadamente en aumento. Y aunque las personas diabéticas son sin duda los mayores expertos en el manejo de la insulina, nunca está de más repasar la teoría. Por ello, queremos dedicar el post de esta semana a recordar qué es la insulina, qué tipos existen y el modo correcto de conservación y administración. Esperamos que os guste.

La insulina


La insulina es una hormona que segrega el páncreas, cuya función principal es ayudar a que los azúcares (y otros nutrientes) que se encuentran en la sangre entren dentro de las células de los órganos, donde se utilizan como energía para el normal funcionamiento del organismo. 

En condiciones normales, hay una secreción basal de insulina continua que garantiza el aporte necesario de energía a los órganos y mantiene la glucemia en niveles óptimos. 

Después de las comidas los niveles de insulina aumentan para poder aprovechar la mayor cantidad de nutrientes, dependiendo la cantidad de insulina que segrega el páncreas de la cantidad de glucosa que contengan los alimentos (a mayor cantidad de azúcares mayor secreción de insulina). 

Cuando se produce una alteración en la producción o en el funcionamiento de la insulina aparece la Diabetes Mellitus. La diabetes tipo 1 es consecuencia de la destrucción de las células pancreáticas que generan la insulina, provocando un déficit absoluto de la hormona en poco tiempo. El tratamiento de la DM tipo 1 es, por tanto, la administración de por vida de insulina. 

Por otro lado, en la diabetes tipo 2 suele darse una acción insuficiente de la hormona en los tejidos de los órganos (lo que se denomina resistencia a la insulina) aunque el páncreas continúe secretando insulina. Las personas con DM tipo 2 suelen tener un tratamiento basado en cambios del estilo de vida, pérdida de peso, ejercicio y antidiabéticos orales, aunque pueden necesitar insulina a la larga ya que su páncreas puede llegar a generar menor cantidad o acabar agotándose. 

Además de los diabéticos tipo 1 y 2, en ocasiones necesitan la administración de insulina algunas mujeres embarazadas que padecen diabetes gestacional, que es una respuesta deficiente del páncreas al estado de insulinorresistencia que produce el embarazo.

Tipos de insulina


Desde el descubrimiento de la insulina en 1922, los científicos han desarrollado diversos tipos de insulina para que las personas con diabetes puedan controlar de la mejor manera posible sus niveles de glucemia. Las insulinas comerciales se clasifican según la duración de su acción, es decir, según la curva de insulina que provocan. Así, cada insulina tiene: 
  • inicio de acción: el tiempo que tarda la insulina en comenzar a reducir la glucemia
  • pico de acción: el momento en que la insulina alcanza su potencia máxima
  • duración de la acción: el tiempo que la insulina mantiene su acción

Según la curva de insulina que genera cada una, las insulinas se clasifican en:

Tipo de insulina
Inicio
Pico
Duración

Acción ultrarrápida

0 a 15 min

30 min a 2 h

2 a 4 horas

Acción rápida (regular)

25 a 60 min

2 a 3 horas

5 a 8 horas

Acción intermedia (NPH)

2 a 4 horas

4 a 8 horas

10 a 16 horas

Acción lenta (análoga a la basal)

1 a 2 horas

Sin pico

16 a 24 horas

Mixta (mezcla de distintas insulinas en distintas proporciones)

La curva de acción depende de las proporciones de cada mezcla. Puede inyectarse de 20 a 30 min antes de la ingesta.

10 a 16 horas



Conservación de la insulina


La insulina viene habitualmente en una caja que contiene varios viales (bolígrafos). El vial que se vaya a utilizar debe guardarse a temperatura ambiente, ya que si la inyección de insulina está fría su administración puede resultar más dolorosa. Este vial se utilizará durante un mes y luego se debe desechar aunque aun contenga insulina. La insulina a temperatura ambiente (hasta los 30ºC) pierde sus propiedades a los 30 días. 

El resto de los bolígrafos deben guardarse en su caja dentro del frigorífico, en la zona alta de la puerta, aproximadamente donde se colocan los huevos (que suele ser la parte menos fría dentro de la nevera), manteniéndolos entre 4º y 8ºC. Nunca se deben meter dentro del congelador.  

Si por alguna razón fuera necesario mantener el vial que se va a utilizar en el frigorífico, lo sacaremos media hora antes de administrarlo para que la insulina se caliente un poco, aunque es aconsejable evitar los cambios constantes en su temperatura. Además, se deben evitar lugares con temperaturas extremas que dañan la insulina. Por otra parte, si viajamos a una zona cuya temperatura ambiente sea muy elevada se puede trasportar la insulina en una nevera con gel frío.

Por último, siempre antes de su uso se debe comprobar que el aspecto de la insulina es normal y que la fecha de caducidad es la adecuada.

Uso de las agujas


Las agujas con las que se administra la insulina deberían usarse una sola vez. Estas agujas tienen biseles extremadamente finos que vienen cubiertos por una barrera de silicona que se pierde tras el primer pinchazo. Por ello no es recomendable utilizarlas más de una vez.

A partir del primer uso la aguja se mella y en cada nuevo pinchazo se dañan la piel y los tejidos subcutáneos, favoreciendo la aparición de lipodistrofias. La siguiente fotografía muestra la vista microscópica de la aguja antes y después de varios usos.


Por otra parte, tras perderse la capa de silicona de la aguja queda expuesto el metal del que está compuesta que suele ser níquel, metal al que algunos pacientes son alérgicos.

Las agujas pueden ser de distintos tamaños que varían entre los 12 mm y los 6 mm. La elección de la aguja dependerá del grosor del tejido subcutáneo que tenga la persona. Si la elección es la correcta, tras introducir la totalidad de la aguja en la piel pellizcada en un ángulo de 90º la punta quedará dentro del tejido subcutáneo y no alcanzará el tejido muscular.

Recientes estudios han demostrado que las agujas de insulina más pequeñas son igual de efectivas que las agujas grandes, producen menos daños en la piel y alcanzan en menos ocasiones el tejido muscular, por lo que las agujas pequeñas son más recomendables. Las capas de la piel tienen más o menos el mismo grosor en todas las personas independientemente de su constitución física, mientras que sí que varía mucho el grosor del tejido subcutáneo. Así, con la aguja de 6 mm, por ejemplo, es posible llegar del mismo modo al tejido subcutáneo de una persona delgada que al de una persona obesa.

Zonas de administración de la insulina


Como acabamos de decir, la insulina se debe inyectar en el tejido subcutáneo, entre la piel y el músculo. Para ello es conveniente pellizcar la zona mientras se administra la insulina. 


Es importante variar la zona de administración en cada inyección rotando por las distintas áreas en que se puede administrar la insulina. Estas áreas son el abdomen, los brazos, los muslos y los glúteos.

  • Abdomen: zona abdominal dejando 5 centímetros alrededor del ombligo. Velocidad de absorción rápida. Es la zona de elección si queremos que la insulina actúe muy rápido.
  • Brazo: parte superior externa del brazo, 4 dedos por debajo del hombro y 4 dedos por encima del codo. Velocidad de absorción media.
  • Muslos: parte superior y externa del muslo, 4 dedos por debajo de la ingle y 4 dedos por encima de la rodilla. Velocidad de absorción más lenta.
  • Glúteos: cuadrante superior externo del glúteo. Es la zona con la velocidad de absorción más lenta de las cuatro por lo que es ideal para la administración de insulinas lentas (aunque la insulina lenta se absorbe a la misma velocidad en todas las zonas). 



Pasos para la correcta administración de la insulina


Inyectar la insulina es una técnica sencilla, aunque requiere de un poco de práctica y del conocimiento de los pasos necesarios para una correcta administración:
  • Lavarse bien las manos.
  • Poner la aguja en el bolígrafo.
  • Purgar el vial: se cargan 2 unidades de insulina y se dispara con la aguja hacia arriba para quitar las posibles burbujas de aire y a su vez llenar la aguja con insulina. Si la insulina que vamos a administrar es mixta o NPH debemos agitarla antes de purgarla. Purgar el bolígrafo también servirá para comprobar que la aguja está en buenas condiciones.
  • Cargar la dosis adecuada de insulina.
  • Elegir la zona de inyección: procurando rotar las áreas de punción, evitando inyectar en zonas con cicatrices o hematomas. La piel donde vamos a inyectar debe estar también limpia (ducha habitual con jabón) pero no se deben usar desinfectantes en dichas zonas.
  • Coger un pellizco: el pellizco se recomienda si el paciente tiene poca grasa. Si la administración se va a realizar en el muslo se recomienda coger un pellizco mayor para evitar pinchar en músculo. Si se pincha en el brazo es complicado coger un pellizco por lo que pincharemos en un ángulo de 45º sin necesidad de pellizcar.
  • Pinchar: se debe apretar el botón del bolígrafo hasta el final para asegurarnos de inyectar toda la insulina.
  • Esperar 10 segundos: antes de sacar la aguja la mantendremos inyectada 10 segundos para la completa administración de la dosis.
  • Sacar la aguja en dos tiempos: así evitaremos que salga parte de la insulina al sacar la aguja. Después de sacar la aguja se puede presionar ligeramente el punto de punción con un algodón pero no se debe frotar la zona.
  • Desechar la aguja: como hemos comentado antes, la aguja solo debe utilizarse una o dos veces. Las agujas se deben desechar en un contenedor amarillo rígido que le entregarán en su centro de salud. Si no dispusiera de dicho contenedor las agujas deberán tirarse a la basura orgánica dentro de algún recipiente bien cerrado para que no se pinchen otras personas. 
  • Tapar el vial: siempre se debe tapar el bolígrafo con su capuchón para evitar su exposición a la luz, ya que está altera las propiedades de la insulina.

Por último, no podemos acabar sin recordar la importancia de ajustar adecuadamente las dosis y el tipo de insulina al ejercicio físico y a la ingesta de alimentos para evitar descompensaciones, siguiendo siempre de manera precisa las indicaciones de su endocrino y de su enfermera. Tras la consulta, recomendamos a la persona diabética que dedique unos minutos a leer detenidamente, ante su enfermera, el informe médico para comprender bien y realizar adecuadamente los cambios en su tratamiento.  

¡Y recuerda que puedes acudir a tu enfermera de atención primaria (y especializada) para resolver cualquier duda sobre tu diabetes!


Quiero dar las gracias a Araceli Martín y Consuelo Beltrán, enfermeras especialistas en Educación Diabetológica, por su ayuda en la elaboración de este post.

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