jueves, 21 de abril de 2016

La tuberculosis...¡vuelve!


Por Rosa Sánchez González



Hoy vamos a hablar de la segunda enfermedad con mayor número de afectados después del SIDA, la Tuberculosis. La historia de la tuberculosis (TB) es un tema apasionante. En Europa se convirtió en un problema grave en el momento en que el hacinamiento en los medios urbanos asociado con la Revolución Industrial generó circunstancias epidemiológicas que favorecieron su propagación. En los siglos XVII y XVIII la TB fue responsable de una cuarta parte de todas las muertes en adultos que se produjeron en el continente europeo (la palabra tuberculosis ha sido uno de los grandes "tabúes" en la historia de la cultura occidental).
Fue Robert Koch, en 1882, al utilizar una nueva técnica de tinción, el primero que por fin pudo ver al "enemigo oculto". El siguiente enlace cuenta sucintamente la historia de Koch y el descubrimiento de su famoso “bacilo”: https://www.youtube.com/watch?v=J4QtI4KLbaE 


En el año 1895 Wilhelm Konrad von Rontgen descubre la radiación que lleva su nombre (los Rayos X), con lo que la evolución de la enfermedad podía ser observada.
Con el conocimiento del agente causante y el mecanismo de transmisión proliferó la aparición de los famosos sanatorios, con los que se buscaba, por un lado, aislar a los enfermos de la población general interrumpiendo la cadena de transmisión de la enfermedad, y por otro, ayudar al proceso de curación con la buena alimentación y el reposo.

Pero no es hasta la época de la II Guerra Mundial, con la demostración de la eficacia de ciertos antibióticos, como la estreptomicina, cuando el curso de la enfermedad pudo ser cambiado. En el año 1952 tiene lugar el desarrollo de la isoniacida, un agente mucho más eficaz que hace que la tuberculosis se convierta en una enfermedad curable en la mayoría de los casos. Finalmente la llegada de la rifampicina, en la década de los 60, hizo que los regímenes terapéuticos se acortaran de una forma significativa.

   

La vuelta de la TB

Gracias a estos fármacos se produjo un descenso progresivo de casos hasta mediados de los 80, en los que la irrupción del SIDA, la inmigración desde países en los que la enfermedad es muy prevalente, la formación de bolsas de pobreza y situaciones de hacinamiento, el impacto en los adictos a drogas por vía inyectable, junto con la escasez de recursos sanitarios, han hecho de la TB un problema creciente, con la adquisición y propagación epidémica de nuevos casos.
Parece que el futuro pasa por el desarrollo de nuevos fármacos, pero sobre todo, y principalmente, por aumentar fondos para programas de control como se comentará más adelante.


Tuberculosis por cada 100.000 habitantes (2007)
                                         

Actualmente la TB causa más muertes que cualquier otro agente infeccioso. Las defunciones por tuberculosis representan el 25 por ciento de todo la mortalidad evitable en los países en desarrollo, donde se registra el 95 por ciento de los casos y el 98 por ciento de los fallecimientos causados por esta enfermedad. En consecuencia, en pleno siglo XXI, nos encontramos con una situación mucho más grave que la que existía a mediados de los años cincuenta.
En un mundo en el que los movimientos de población son cada vez más frecuentes rápidos y masivos, debemos ser conscientes de que lo que ocurra en cualquier parte del planeta repercutirá en nuestro entorno. Esto hace de la tuberculosis un tema prioritario también para el mundo occidental.

Pero ¿qué es la TB?

Mycobacterium tuberculosis

La tuberculosis (abreviada TBC o TB), llamada antiguamente tisis, es una infección bacteriana contagiosa que compromete principalmente a los pulmones, pero puede propagarse a otros órganos. La especie de bacteria más importante y representativa causante de tuberculosis es Mycobacterium tuberculosis, M. tuberculosis, o bacilo de Koch.


Aunque la tuberculosis es una enfermedad predominantemente de los pulmones, puede afectar también el sistema nervioso central, el sistema linfático, el sistema circulatorio, el sistema genitourinario, el aparato digestivo, los huesos, las articulaciones e incluso la piel.

Lo más básico: Infección, Síntomas, Diagnóstico y Tratamiento

La tuberculosis se contagia por vía aérea, cuando las personas infectadas tosen, estornudan o escupen. Además, un número creciente de personas del mundo contraen la tuberculosis debido a que su sistema inmunitario se ve comprometido por medicamentos inmunosupresores, abuso de drogas o el SIDA.

Los síntomas clásicos de la tuberculosis son una tos crónica, con esputo sanguinolento (la “hemoptisis”), fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso. La infección de otros órganos causa una amplia variedad de síntomas. 
El diagnóstico se basa en radiografías torácicas, una prueba de la tuberculina cutánea (el “mantoux”) y análisis de sangre, así como un examen al microscopio y un cultivo microbiológico de los fluidos corporales como las expectoraciones. 
El tratamiento de la tuberculosis es complicado y requiere largos periodos de exposición con varios antibióticos. Los familiares del enfermo, si es necesario, también son analizados y tratados. Durante los últimos años, la tuberculosis ha presentado una creciente resistencia a los múltiples antibióticos y para ello se ha optado, como medida de prevención, por campañas de vacunación, generalmente con la vacuna Bacillus Calmette-Guérin (BCG).

Factores de riesgo

A cualquiera le puede dar TB, pero las personas con alto riesgo generalmente pertenecen a estas dos categorías:
1. Personas infectadas recientemente por las bacterias de la tuberculosis.
2. Personas con afecciones que debilitan el sistema inmunitario.


Una persona tiene un riesgo más alto de infectarse por las bacterias de la TB en los siguientes casos:
Si ha estado con una persona que tiene la enfermedad de tuberculosis.
Si es originario de un país donde la TB es muy común o lo ha visitado.
Si vive o trabaja en lugares donde la tuberculosis es más común, como un refugio para desamparados, una prisión o cárcel o establecimientos de cuidados a largo plazo.
¡Precaución al toser!
Si es un trabajador de atención médica que atiende a clientes o pacientes con un alto riesgo de la enfermedad de tuberculosis.
Y tiene más probabilidades de presentar la enfermedad, una vez infectado, en los siguientes casos:
Si se tiene infección por VIH (SIDA).
Si es un niño menor de 5 años.
Se infectó con la bacteria de tuberculosis en los últimos dos años.
Tiene otros problemas de salud que dificultan que su cuerpo combata la enfermedad.
Fuma cigarrillos o abusa del alcohol o las drogas.
No le trataron adecuadamente la infección de TB latente o la enfermedad de TB en el pasado.

Más detalles sobre las pruebas y el diagnóstico de la TB.

Existen dos tipos de pruebas que se pueden utilizar para ayudar a identificar la infección de tuberculosis: la prueba cutánea de la tuberculina (TST, por sus siglas en inglés) y los análisis de sangre. 
                                                      -Prueba cutánea de la tuberculina o de Mantoux
Esta prueba se realiza en los Centros de Salud por el personal de Enfermería. Consiste en inyectar una pequeña cantidad de líquido (llamado tuberculina) en la piel de la parte inferior del brazo. La persona a la que se le practicó la prueba debe volver a su centro de salud entre las 48 y 72 horas siguientes para que el personal de enfermería revise la reacción en el brazo.

-Pruebas de sangre para detectar la tuberculosis
Estas pruebas miden la reacción del sistema inmunitario a las bacterias que causan la tuberculosis. Solo es preciso acudir una vez para que le tomen una muestra de sangre para el estudio. Los resultados de estas pruebas por lo general están disponibles en un periodo de 24 a 48 horas.

Un resultado positivo a una prueba cutánea de la tuberculosis o a una prueba de sangre solo indica que la persona está infectada por las bacterias de la tuberculosis. No indica si la persona tiene infección de tuberculosis latente (ITBL) o si ya ha aparecido la enfermedad de tuberculosis. Para determinar si la persona ha enfermado de tuberculosis, es necesario hacer otras pruebas, como una radiografía de tórax o un cultivo de esputo.

En resumen, las personas que se cree que están enfermas de tuberculosis deben ser remitidas a un centro médico para un correcto diagnóstico, incluyendo:
Antecedentes médicos,
Examen físico,
Prueba para detectar infección (prueba cutánea de la tuberculina o prueba especial de sangre),
Radiografía de tórax (rayos X) y
Estudios de laboratorio correspondientes

Pongamos fin a la TB…!

Recientemente, la OMS ha lanzado su Estrategia Fin a la TB, que tiene como objetivo poner fin a la epidemia mundial de tuberculosis reduciendo el número de muertes en un 95% y la tasa de incidencia en un 90% entre 2015 y 2035 y consiguiendo que ninguna familia tengan que hacer frente a gastos catastróficos debido a la tuberculosis. 
La Estrategia fue adoptada por la Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2014, instando a los Estados Miembros a que la adapten y la pongan en práctica, aportando la financiación necesaria y un compromiso de alto nivel. 
Se pone especial atención en el servicio a las poblaciones más vulnerables a la infección y con mal acceso a la atención sanitaria, como los emigrantes.

La estrategia y la resolución destacan la necesidad de implicar a los asociados de diferentes sectores, además del sector de la salud, tales como los de la protección social, el trabajo, la inmigración y la justicia. También hace hincapié en la importancia de afrontar el problema de la tuberculosis multirresistente y al fomento de la colaboración internacional.
La OMS supervisará la aplicación de esta estrategia y evaluará los progresos realizados hacia la consecución de los hitos establecidos y las metas fijadas para 2035.



Y recuerda, estáte atento a los síntomas y ante cualquier indicio, acude a tu Centro de Salud…
¡¡ Cuidado con el “bacilo” !!


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